Una performance y el testimonio de un palestino afincado en Salamanca denuncia y recuerda el trato de los israelitas para con el pueblo palestino.
Diez años desde que la Corte Internacional de Justicia declarara que el muro israelí construido e Cisjordania era ilegal. Y diez años después, no sólo continúa en pie, sino que los conflictos entre israelitas y palestinos están recrudeciéndose cada día.
Activistas salmantinos quieren recordar lo que dictaminó la CIJ hace una década que “el muro debía ser derribado, que Israel debía pagar indemnizaciones por los daños causados por su construcción y que la comunidad internacional debía garantizar que se cumpliera la sentencia”, señalan.
Swafan es palestino. No puede entrar en la tierra ocupada, su casa. “Hacía 35 años que no veía a mis hermanas y hace poco las vi, pero no en mi tierra, sino en Jordania. Llevaba una semana allí, tenía 15 días y mucho miedo de que se acabara el tiempo y a mis hermanas no les dieran permiso para atravesar la frontera”, explica Swafan, ciudadano palestino afincado en Salamanca.
El palestino señala que habla con su familia por teléfono, pero que si los quiere ver tiene que ir a Jordania. “Una cosa es contarlo y otra vivirlo”.
¿A qué se refiere, Swafan?
Mis hermanas viven en dos pueblos que distan uno de otro dos kilómetros, pero en medio hay un paso fronterizo. No se pueden ver siempre que lo deseen, depende de quién esté en la frontera.
Banderas palestinas y una performance donde se pueden ver a dos hombres vestidos de militares y fuertemente armados, simulado el ejercito israelí. “Durante estos diez años, más palestinos han sido encajonados, separados de sus tierras, sus trabajos, familias y amigos, de sus escuelas y de los centros de salud”, matizan los activistas salmantinos.
Y denuncian que compañías israelíes y multinacionales han ganado millones con la construcción del muro. Y, “eludiendo sus obligaciones, la comunidad internacional se ha mantenido al margen, permitiendo que reine la impunidad”.