Jesús Málaga, presidente del Centro de Estudios Salmantinos, y La Crónica de Salamanca inician una serie sobre monumentos, rincones, rutas y lugares ‘escondidos’ de nuestra ciudad bajo el título de: Salamanca, de la sombra a la luz
La chimenea de ladrillos que se puede ver al final del Camino de las Aguas es lo único que queda en píe de la sala de máquinas que se utilizaba para subir el agua del Tormes hasta el depósito de San Mames, donde hoy se encuentra el Museo del Comercio, también fue una fábrica de gaseosa. En esta sección de Salamanca: de la Sombra a la Luz queremos poner en valor esta edificación, porque poco a poco se está desladrillando la chimenea y es uno de los pocos edificios que se mal conserva de la Salamanca ‘industrial’.
Contemos un poco su historia. Desde la década de los cincuenta del siglo XIX se dinamizó el interés por buscar alternativas de abastecimiento con nuevos proyectos que llevaran agua corriente de manera abundante a las fuentes de la ciudad. Esta nueva etapa fue posible gracias a la implicación de los ingenieros que fueron llegando a Salamanca para ocuparse de la construcción de nuevas carreteras o las líneas de ferrocarril y también a la iniciativa de algunos industriales salmantinos como interesados en el monopolio de este lucrativo negocio.
Emilio Rivas, en su ponencia: ‘Vicente Maculet y la modernización del abastecimiento de aguas en Salamanca’ explica que Maculet, tanto desde su faceta como empresario, como la de concejal, realizó interesantes aportaciones a la modernización del abastecimiento de aguas en Salamanca.
Rivas explica que a mediado el siglo XIX, la ciudad disponía de un precario sistema basado en las captaciones de Villasandín (actual cementerio), con el que se ponía a disposición de la ciudad, mediante fuentes públicas, un caudal que se evaluaba en poco más de un litro por habitante y día.
El arquitecto municipal José Secall presentó el 29 de marzo de 1869 un proyecto para elevar las aguas del Tormes desde la zona de la Aldehuela. Su trabajo estaba inspirado en el suscrito por el ingeniero ferroviario Teodoro Rouault Gat, quien había previsto el suministro a las dependencias de la estación de Salamanca, valiéndose de la fuerza del vapor.
Secall fijó la captación en las Peñas de San Gerónimo, canalizando el agua hasta la casa de máquinas, ubicada al final del camino hasta el río. La elevación se haría por impulso del vapor hasta un depósito subterráneo en los altos de San Mamés, desde donde la diferencia de altitud garantizaba la distribución de agua en la ciudad.
Entre tanto, Vicente Maculet trabajo para que el proyecto del arquitecto fuera una realidad. Como, solicitar al gobernador civil (hoy subdelegado del Gobierno), Baldomero Menéndez, la concesión para elevar las aguas del Tormes en base al proyecto del arquitecto municipal. Le otorgaron la concesión el 16 de noviembre de 1869.
Algo más de un lustro y después de haber montado y desmontado empresas y sociedades entre varios empresarios salmantinos para hacerse con el control del abastecimiento del lucrativo negocio del agua, el 8 de diciembre de 1875, a las doce de la mañana llegó el agua a la fuente de la Plaza Mayor.
De la Plaza Mayor a la ciudad
Enrique García Catalán, en su libro Urbanismo de Salamanca en el siglo XIX describe como era las cañerías y tuberías de esta captación de agua del Tormes hasta la Plaza Mayor y sus distintos ramales.
La cañería de hierro fundido contaba con un primer tramo desde la casa de máquinas hasta el depósito general de San Mamés de 25 cm de diámetro. Desde allí partía la arteria principal, con un diámetro de 20 centímetros que unía el depósito con la Plaza Mayor. Se descartó pasar la tubería por la Puerta de Zamora, eligiendo un trayecto más corto y directo, que asegurara menos pérdidas por las posibles filtraciones. El viaje del agua entraba a la población por la antigua Puerta de Sancti Spírtitus, atravesaba la esgueva, Gran Vía, las plaza de San Julián y de la Verdura y entraba en la plaza Mayor por el arco de Toro.
Desde la Plaza Mayor partían otros ramales de distribución. A través de la calle Zamora la tubería llegaba hasta la fuente de la plaza de Santo Tomé, Bandos y desde allí, por las plaza de Santa Teresa y San Juan, hasta el caño Mamarón.
Otro ramal unía la fuente de la Plaza Mayor con la zona de los Caídos, de donde estaba el cuartel militar del Rey y el edificio del Trilingüe, (Facultad de Ciencias) que el ejercito tenía previsto ocupar y para el que había solicitado de manera explícita el agua potable al Ayuntamiento. En este viaje la tubería, de seis centímetros de diámetro recorría la calle de la Rúa y continuaba por la calle Serrano y la plaza de Fray Luis de León hasta llegar a los cuarteles.
La ‘lavandería’ del Tormes
No será hasta 1928 cuando el Ayuntamiento contrate un plan de saneamiento que dote a la ciudad de una red de alcantarillado y suministro de agua, aunque esto se llevará a cabo muy lentamente.
Por ello, existen fotografías de lavanderas en el río Tormes en las primeras décadas del siglo XX, pasando calor en verano y mucho frío en invierno, teniendo los problemas de sequía o merma del agua en las épocas de pocas lluvias o de desbordamiento cuando había crecidas.
Las lavanderas se vieron muy beneficiadas con la construcción de las instalaciones para elevar el agua al depósito de San Mamés, ya que en la inmediaciones de la máquina de vapor se construyó un lavadero cubierto donde aprovechar el agua caliente generada. Esta ‘lavandería’ se encontraba situado en la huerta de San Jerónimo (Mirat) y era propiedad de los señores García Piedra y Mirat y fue inaugurada el 22 de abril de 1888.
Don Filiberto Villalobos y el embalse de Santa Teresa
El caudal del Tormes ser regularizó con la construcción del embalse de Santa Teresa a mediados de la década de los cincuenta del siglo XX y fue inaugurado poor el dictador Francisco Franco, aunque el proyecto de la construcción del embalse data de la Segunda República.
Fue el diputado Liberal-demócrata Filiberto Villalobos -don Fili-, natural de Salvatierra de Tormes, quien abanderó las iniciativas del proyecto por 1931. En unas declaraciones a El Liberal realizadas en julio de 1933, a propósito de su visita a la cuenca del Duero, Indalecio Prieto, ministro de Obras Públicas de la Segunda República, se refirió al proyecto de este pantano (entonces denominado de La Maya) sobre el río Tormes diciendo que «puede suponer una transformación fundamental, agrícola y socialmente, de la provincia. Con él podrán quedar resueltos casi todos los problemas que en el campo salmantino han adquirido últimamente cierto tono de angustia dramática».
Ya bajo un Gobierno de distinto color se celebraba en diciembre de 1934 en Salamanca un acto denominado «pro Pantano de la Maya», donde intervinieron, además de varios ministros, el ingeniero José Martín Alonso y los diputados Gil Robles y Lamamie de Clairac.
Documentación.
Historia del Comercio y la Industria de Salamanca y provincia. (Actas de las VI Jornadas celebradas en el Museo del Comercio) Vicente Maculet y la modernización del abastecimiento de aguas en Salamanca, Emilio Rivas Calvo.
Urbanismo de Salamanca en el siglo XIX, Enrique García Catalán.
Blog: Salamanca en el ayer.
1 comentario en «El agua llegó a la ciudad»
¡Muy bien documentado! ¡Mil gracias!