Gonzalo Montoya, el preso que fue dado por muerto en la prisión de Asturias en 2007, ha pasado al contraataque y ha anunciado que demandará al estado.
Le pide una indemnización de 50.000 euros por los daños psíquicos y morales que sufrieron él y su familia tras aquel episodio.
Fue una cadena de negligencias que estuvieron a punto de costarle la vida realmente.
Los hechos ocurrieron el 7 de enero de 2018 cuando en el recuento matinal los funcionarios vieron que estaba inmóvil y con baja temperatura en su celda.
Avisaron a los servicios médicos del centro penitenciario que certificaron su muerte. Se metió su cuerpo en una bolsa de plástico para cadáveres y los servicios forenses se lo llevaron para hacerle la autopsia. Cuando lo pusieron sobre la mesa sintieron gruñidos y que se movía, comprobando que estaba vivo.
El abogado del resucitado considera que la inspección del médico de la prisión fue superficial y precipitada, y que le habría bastado con hacer un electrocardiograma para ver que estaba vivo.