Mi paso por la alcaldía de Salamanca

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Jesús Málaga, en la Plaza Mayor.

[dropcap]M[/dropcap]uchas veces me han preguntado por qué no escribía mis memorias destacando mi paso por la alcaldía de Salamanca durante tres mandatos, doce largos años en los finales del siglo XX. Ahora me atrevo a comentar los hechos que a mi juicio fueron los más relevantes para que así consten para los interesados en el pasado.

Después de mi fracaso en obtener el acta de diputado en las constituyentes, me entregué en cuerpo y alma a mi profesión, colaborando en todo lo que pude con el partido. Cuando llegó la convocatoria de las segundas elecciones generales, que coincidieron casi en el tiempo con las municipales de 1979, no pensaba más que en ser un militante de base. Las asambleas celebradas en el partido fueron designando los puestos en las listas. En la elaborada para el consistorio salmantinos los militantes no tuvimos ninguna duda, el mejor candidato socialista para Salamanca era Enrique de Sena, director del centenario periódico “El Adelanto”, que con anterioridad había ostentado la misma responsabilidad en el otro diario de Salamanca “La Gaceta Regional”. Enrique procedía de una familia republicana y progresista, con un bagaje intelectual que lo avalaba como el mejor. Era una persona bondadosa y conocía Salamanca y a los salmantinos como nadie. Sus artículos sobre la ciudad y provincia eran una delicia. Yo tuve la suerte de estudiar el bachillerato elemental en El Ateneo Salmantino, del que era director su tío Manuel de Sena.

Enrique debió pensar su candidatura con su familia y con la almohada. El caso es que, al día siguiente de ser elegido por unanimidad por la asamblea del partido, anunció su renuncia. Vuelta a las asambleas y a las reuniones, de todas ellas surgió otro nombre, Alfredo Marcos, un abogado de prestigio, socialista de toda la vida y que había defendido a cuantos militantes socialistas habían tenido problemas por sus ideas. Alfredo también renunció a ser el cabeza de lista de los socialistas al Ayuntamiento de Salamanca. Sus razones eran de peso, se consideraba demasiado mayor para emprender una actividad tan difícil.

Al renunciar Alfredo Marcos las miradas de los militantes se fijaron en mí, que siempre había estado en la reserva, era “el sobrero” de Enrique y Alfredo. La candidatura estaba predestinada para dirigir la oposición. Los resultados de las generales de hacía algo más de un mes así lo pronosticaban. Yo mismo en las entrevistas periodísticas hablaba siempre al referirme a Pilar Fernández Labrador, la candidata de UCD, como la alcaldesa.

Acepté el cargo a pesar de las muchas complicaciones profesionales y familiares. Siempre que he tomado una decisión en mi vida lo he hecho consensuándolo con mi mujer, y esta forma de actuar me ha evitado  muchos problemas.

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