[dropcap]T[/dropcap]odo surgió por la petición de una madre cuya hija tiene espasticidad en una mano. Rubén Martín y Ramino Sánchez, ambos ingenieros informáticos, se pusieron «manos a la obra» para dar respuesta a esta petición y no dudaron en aceptar esta propuesta y ver si podrían hacer algo para que esta niña volviera a utilizar su mano.
Beatriz Jiménez/ ICAL. Se pusieron en marcha en sus horas libres, durante los fines de semana y al salir de trabajar. Las cafeterías, sus casas, el espacio ‘Medialab’ cedido por la Usal e incluso el garaje sirvieron como oficina y taller para elaborar las piezas de su proyecto ‘In my hand’, con el que ya han cosechado algunos éxitos y recibido varios premios, que incluso les llevarán a Silicon Valley.
En principio, solo pensaban en ofrecer su ayuda a Beatriz, y poco a poco comenzaron a avanzar y se dieron cuenta de que «hay más gente que necesita este tipo de ayudas». En ese sentido, Rubén señala que existe cierto «vacío» en este ámbito y esperan poder contribuir a su mejora.
El trabajo comenzó «de manera independiente» sin ningún tipo de ayuda, tan solo la que ellos querían ofrecer a la pequeña. «No sabíamos hasta dónde íbamos a llegar», explica Ramiro, para precisar que les gustó la propuesta porque vieron que «no había nada hecho» que ellos pudieran utilizar y adaptar a las necesidades de Bea. Por eso, comenzaron a idear su propio modelo.
Presentarse a algunos concursos para jóvenes talentos les sirvió de puente para dar ese salto. Para acudir al primero de ellos compraron el material y empezaron «de aquella manera», dice Ramiro. Durante ese «maratón de día» consiguieron elaborar un prototipo funcional y esa fue la primera vez que Beatriz consiguió abrir mano. Sin duda, todo un «triunfo» y gran satisfacción para ellos. Pero no quisieron dejarlo ahí.
Prototipo funcional
Hasta que elaboraron «algo más práctico», relatan que emplearon sedal para mover los dedos y mantenerlos en posición, pruebas con guantes, trabajaron con férulas… pero no habían probado con un exoesqueleto biónico. Lo que ellos querían era presentar su proyecto «de mejora» en el que pusieran en práctica todo el conocimiento adquirido y que pudiera ser utilizado por las personas «con buenos resultados». Ese camino «no fue del todo fácil», ambos investigadores reconocen que «casi cometen alguno fallos» en aquel concurso. «En el dedo gordo tuvimos que ajustarlo todo a última hora», pero con su tesón y esfuerzo obtuvieron una merecida recompensa.
El primer prototipo de ‘In my hand’ «era muy aparatoso». Mientras Ramiro muestra las imágenes en su móvil cuenta que tenía una mezcla de piezas impresas en 3D, con otras férulas, piezas de mecano, bridas o incluso sedal y un motor de los que se usan en los barcos para recoger las velas. De ese modo, confeccionaron un sistema que daba la vuelta con los sedales y todos los dedos se movían a la vez. Pero «solo podía tirar y no cerrar». Por lo que siguieron investigando y al ver que daba resultado se pusieron a diseñar piezas más sencillas y refinadas. Cada pieza de esta «mano biónica» está totalmente diseñada por ellos e impresas en 3D, ahora «solo quedaría comercializarlo».
Terapia ‘In my hand’
Bea ya ha podido sentir cómo su mano se mueve gracias al ingenio y buena voluntad de estos dos jóvenes investigadores y, cuentan, «está encantada». En esta propuesta también han colaborado los rehabilitadores de la pequeña del Hospital de Salamanca y las terapeutas ocupacionales, con los que Rubén y Ramiro validaban las pruebas y elaboraban prototipos. Así han ido «ayudando y acotando» para descartar aquello que no era necesario, hasta conseguir el producto final «válido».
Este exoesqueleto biónico envuelve la mano y permite a personas que tienen «poca movilidad o ninguna» realizar tareas de la vida diaria como coger un vaso o jugar con una cubo… Por el momento, funciona con un botón que permite abrir y cerrar los dedos y hasta practicar ejercicios de rehabilitación, gracias a la aplicación móvil que también han diseñado para ello. De esta manera se pueden programar tablas para realizar esas terapias sin ningún tipo de esfuerzo. Además, ya están investigando para emplear sensores mioeléctricos que permitan detectar las contracciones musculares por lo que no haría falta «nada más».
De calidad y «barato»
Algunos sistemas de investigación de los que había y encontraban en el mercado no lograban convencerles. No funcionaban como querían o los materiales eran muy caros y difíciles de conseguir. Rubén explica que los premios conseguidos hasta el momento les han permitido solventar la parte económica para llevar a cabo el prototipo, de esta manera han recuperado «más o menos» lo que invirtieron en un principio. «Hemos ido pivotando para llegar al camino adecuado». Aseguran que la financiación obtenida con los galardones, de unos 3.000 euros, han conseguido cubrir los gastos de la versión, a pesar de que siguen introduciendo mejoras.
Los componentes y motores de este piloto son de cierta calidad y precisión, que «son necesarios» y es lo que puede encarecer el producto en su salida al mercado, que podría rondar los 1.200 euros. Comparados con otros productos biónicos u ortopédicos «no deja de ser un precio relativamente barato», aunque insisten que en el futuro les gustaría «abaratarlo aún más». Consideran que quizá en este ámbito «hay un parón», porque se han elaborado férulas para la inmovilización «pero no hay nada nuevo», «no hay productos que permitan una rehabilitación funcional», apuntan.
Nuevos horizontes
Han empezado con la mano, pero no descartan implicarse en otras partes del cuerpo. Aseguran que les ha «picado el gusanillo» y aunque ahora lo que pretenden es sacar «esta mano» adelante y «completamente funcional para poder ayudar a la gente», no descartan abrir otras líneas de investigación, siempre que lo que hagan «esté bien y sirva para algo». Estos informáticos se consideran «exigentes» consigo mismos y siempre ven que «hay cosas que mejorar», así que no dejan de idear y pensar, porque «hay muchas vías» y quieren que su trabajo sea útil.
Hace unos días, recibieron en Salamanca el premio ‘Usal Emprende’ por su capacidad innovadora y talento emprendedor. Éste ha supuesto un empujón y ayuda porque «no tenían hueco para trabajar» y a partir de ahora contarán con un espacio propio en el Parque Científico de la Usal y además, la dotación económica les ayudará a poner en marcha su propia empresa a la que ya le han buscado nombre ‘r2bionics’. Ramiro Sánchez y Rubén Martín esperan contribuir con su trabajo para «hacer más fácil la vida de los demás».