[dropcap]R[/dropcap]emozan La Sala de las Tortugas y hablamos con su fundador, Emiliano Jiménez, colaborador de La Crónica de Salamanca, para que nos cuente cómo surgió hace 50 años la colección de fósiles de vertebrados del Eoceno más importantes de toda Europa
La Sala de las Tortugas tomó forma el 31 de mayo de 1988, cuando se inauguró una colección de fósiles en el Claustro del Edificio Histórico de la Universidad, pero su gestión fue anterior. Emiliano Jiménez cree que para ser preciso habría que remontarse al momento en que Bartolomé Casaseca, catedrático de Botánica, le entregó unas placas de tortuga que se encontraron en su pueblo, Corrales del Vino (Zamora). «Desde aquel momento me dije que no debía dárselos a nadie para su estudio; que yo lo haría. Y que sirviesen como depósito inicial de un futuro Museo. Eso fue allá por 1967…».
Después se fueron sucediendo numerosos hallazgos y donaciones de aficionados y la Universidad de Salamanca fue haciéndose nombre entre los especialistas en quelonios fósiles, para culminar con la visita que realizó el académico polaco Marian Mlynarski en 1981. «Para él adecué una exposición cerrada con el ya abundante material que se había acumulado a lo largo de aquel tiempo. Dos años después se celebró en París el primer simposio mundial sobre la especialidad, donde yo propuse la creación de la World Palaeocheloniological Association, idea que fue aceptada y de la que fui vicepresidente…»
Hablamos de antecedentes. Y la idea concreta ¿cómo surgió?
Los impulsores, aquellos que me apoyaron incondicionalmente, fueron Santiago Jiménez, de Iberduero (hoy Iberdrola), y José Antonio Pascual, por entonces vicerrector de la Universidad. En 1987 Iberduero montó en el Aula del Cielo del Patio de Escuelas su famosa exposición «Minerales y Fósiles». Fue un notable éxito. En ella contribuí con cuatro grandes vitrinas.
Este fue el origen de una intensa colaboración entre Iberduero y el equipo de Emiliano Jiménez en exposiciones y exploraciones por diversos puntos de España.
«Fruto de ello fue el ofrecimiento de Iberduero para restaurar y dotar de vitrinas y muebles el Aula Alfonso X el Sabio del Claustro Universitario, que estaba en un estado lamentable, para instalar allí la Sala de las Tortugas», recordó Jiménez.
Los fósiles por los que la Universidad de Salamanca era conocida en el Mundo eran las tortugas. La idea de Emiliano Jiménez era hacer que la Sala fuese un museo nacional de estos reptiles, para lo que contaba con la colaboración del Museo Nacional de Ciencias Naturales, el Instituto Geológico y Minero y otros organismos.
Además, era una sugerencia muy atractiva para los aficionados e investigadores. «Veía como los colegas extranjeros, por ejemplo, los franceses, debían visitar numerosos museos de su país para estudiar el conjunto. Por ello, intenté la creación de salas o museos especializados. Sólo me siguió el Museo de la Escuela de Minas de Madrid, donde se hizo la «Sala de los Osos».
¿Quién lo acompañó en este ‘viaje’?
Contaba con un maravilloso equipo de colaboradores, el mejor que puede tener un investigador. Tenga en cuenta que por entonces yo estaba casi ciego. Ellos fueron mis ojos y mis manos. Figúrese que en alguna ocasión, en las excavaciones, me tenían que poner bolsas blancas en el suelo para que supiese donde podía pisar. Creo que en aquella etapa, la más laboriosa de mi vida, serví de ejemplo a una juventud entusiasta. Allí se formaron Santiago Martín de Jesús, Francisco Javier Ortega, Miguel Ángel Cuesta –que se nos fue cuando ya era el mejor especialista en perisodáctilos fósiles–, Santi Gil, Elisa Pérez Ramos, Eugenia Mulas y muchos más, que no cito por no hacer la lista interminable. Los alumnos bajaban en sus ratos libres al laboratorio para ayudar en la limpieza y restauración de la gran cantidad de fósiles extraídos en las grandes excavaciones.
Y hablando de excavaciones ¿cómo se hicieron?
En 1981 la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca patrocinó una excavación en Zamora. A partir de 1988, dada la fama de la Sala desde su inauguración, conseguir que la Junta de Castilla y León sufragase grandes excavaciones fue muy sencillo. De ese modo se consiguió extraer gran cantidad de material, pasando de los 4.000 ejemplares catalogados a los 25.000. Sin contar las piezas de escaso valor científico o pedagógico.
¿Hasta cuando se organizaron grandes excavaciones?
Hasta el aciago 1993.
¿Por qué dice que aciago?
Sé que a muchos les va a doler esto que le voy a decir, pero es lo que yo siento. En 1992 España disfrutó de una Olimpiada en Barcelona y una Exposición Universal en Sevilla. Todo ello significó un gran prestigio para nuestro país, que conmemoraba el V Centenario del Descubrimiento de América. De acuerdo. Pero los festejos hay que pagarlos. Ese fue el motivo por el que muchas actuaciones fuesen minimizadas o anuladas. Y mi equipo, aquel maravilloso equipo, se deshizo por falta de apoyo económico… Más de uno quiso seguir, costeándose por su cuenta los gastos personales. Pero… ¿cómo iba a consentirlo? Francisco Javier Ortega pudo proseguir su brillantísima trayectoria científica en otra parte. Santiago Martín de Jesús me ayudó en varías épocas y ahora es mi sucesor al frente de la Sala. Los demás tuvieron que buscar otro modo de vida…
¿Cómo se mantuvo la Sala de las Tortugas?
Se suprimieron las grandes excavaciones por falta de personal. Estando situada en el Claustro de la Universidad no necesitaba nadie que la explicase a los miles de turistas que visitaban el recinto. La miraban rápidamente y pasaban a otra cosa. Pero en ellos algo les quedaría como que en la Universidad de Salamanca había una curiosa exposición de fósiles que no eran los sempiternos dinosaurios, omnipresentes por todas partes. ¡Y de eso sé que se habló en muchos lugares del Mundo, Pequín, Buenos Aires, Cracovia…! Pero en el año 2000 se decidió que esa maravillosa exposición no debería estar en un edificio tan singular y fue expulsada de allí, arrinconándola en un sótano de la Facultad de Ciencias…
Qué pasó a partir de entonces?
Se organizaron numerosas visitas guiadas. ¡En un curso académico llegó a haber casi 110! Gracias a ello la Sala de las Tortugas no ha sido olvidada… Varios alumnos se preocuparon de colaborar en su difusión, creándose la Asociación de Amigos…
¿Cuándo y por qué razón se cerró?
Yo continué enseñándola –es mi vocación– hasta enero de 2018. Entonces me di cuenta que el paso de los años empezaba a notarlo física, pero no mentalmente. Y además tengo otra necesidad más perentoria: vivir mi vida con mi esposa, mi tesoro, con la que padecemos la enfermedad de alzhéimer…
¿Qué opina de la reapertura de la Sala?
Pues que está en las mejores manos en que puede estar. Santiago Martín de Jesús, mi colaborador de tantos años, es un gran paleontólogo y restaurador. Es lógico que se hayan hecho modificaciones con respecto a cómo estaba, mejor adecuadas a los tiempos que estamos viviendo y supongo que se seguirán haciendo más. ¡En sus manos está encomendada la continuidad de mi obra, que sin duda, mejorará!
¿Qué cree que significa la Sala de las Tortugas para la Universidad de Salamanca?
No sé que responder a esa pregunta. Parece que ahora, después de tanto tiempo, se está retomando la consciencia del gran interés de esta exposición permanente, mundialmente famosa.
¿Y el Ayuntamiento de Salamanca?
La relación de la Sala de las Tortugas con el Ayuntamiento siempre fue intensa y positiva. Espero que a partir de ahora lo sea aún más.
¿Y la Junta de Castilla y León…?
Eso sí que no se sabe. Parece como si sólo interesase la Paleontología en relación con el Hombre. Pero en el estudio de los fósiles anteriores al Cuaternario se ha quedado atrás con respecto a otras Comunidades, habiendo sido, en mis tiempos, casi la pionera…
Finalmente… ¿quiere decir algo al actual director de la Sala de las Tortugas?
Sí. Querido Santiago, no hace falta que te pida que cuides de «mi» Sala como si fuese la niña de tus ojos. Sé que lo vas a hacer porque te conozco bien. Lo que te deseo es que tengas mucha suerte y que su cuidado te dé tantas satisfacciones como me las dio a mí.