Las carreteras de la Comunidad se cobraron en 2019 la vida de 98 personas, la cifra más baja de la historia y que supone un descenso de un tercio en comparación con el año 2015, cuando se alcanzaron los 144 fallecidos. Además, ese año puso fin a una racha de descensos consecutivos en el número de víctimas mortales en la Comunidad, que arrancó en 2006 cuando se contabilizaron 342 fallecidos.
ICAL. Este descenso ha sido generalizado en toda España y hasta el pasado 17 de diciembre la Dirección General de Tráfico (DGT) contabilizaba 1.053 fallecidos, 95 menos que un año antes.
Para la coordinadora de la DGT en Castilla y León, Inmaculada Matías, detrás de esta caída hay varios factores, desde la rebaja del límite de velocidad a 90 kilómetros por hora en las carreteras nacionales, vías donde se concentran entre el 70 y el 80 % de las víctimas, el incremento de la vigilancia de la Guardia Civil de Tráfico y las campañas de concienciación.
«Aunque nunca podremos estar satisfechos mientras se registre un sólo fallecido en las carreteras, esta reducción del número de víctimas mortales suponen un estímulo y nos empujan a seguir trabajando para mejorar la seguridad vial», aseveró Matías.
El propio director de la DGT, Pere Navarro, también ha mostrado su satisfacción por esta caída. «Parece que estamos en el buen camino y este agradecimiento llega en un periodo como es la Navidad en el que lo verdaderamente importante es disfrutar con la familia y los amigos. Sabemos cómo hay que hacerlo, por tanto, arriesgar con una copa, un mensaje de móvil o un exceso de velocidad no vale la pena». «La seguridad vial es una responsabilidad compartida y esta agradecimiento es un estímulo para entre todos seguir reduciendo los accidentes de tráfico y sus dolorosas consecuencias», sentenció.
Drama
El drama más duro que dejaron las carreteras de Castilla y León este 2019 se vivió en julio en Alba de Tormes (Salamanca), donde cuatro jóvenes de esta localidad perdieron la vida en un accidente de tráfico registrado poco antes de las 7.30 horas, en la carretera DSA-130, a las afueras de la localidad de Galisancho, y dos resultaron heridos graves. Todos viajaban en el mismo vehículo y regresaban a sus casas tras una noche de fiesta en la localidad de Santa Inés.
El conductor del turismo, que fue uno de los heridos, conducía bajo los efectos del alcohol y las drogas. El coche se salió de la carretera tras tomar una curva, y colisionó contra un árbol. Como consecuencia del golpe dos varones de 20 y 17 años fallecieron en el acto y otra chica de 17 murió en el traslado al Complejo Asistencial de Salamanca. Horas más tarde fallecía un cuarto ocupante, un joven de 19 años, que se encontraba grave en el hospital.
Otro de los accidentes más graves registrados este año tuvo lugar en junio en la localidad leonesa de San Millán de los Caballeros, en la provincia de León, donde un matrimonio falleció al precipitarse a un canal después de salirse de la CL-621. Dada la gran cantidad de agua que contenía el canal, el vehículo quedó totalmente cubierto, incluso un metro por encima, por lo que se cree que la muerte de ambas personas se produjo por ahogamiento y no por impacto.
Otras dos personas fallecieron este lunes, a la altura del kilómetro 10,200 de la carretera LE-6707, en San Pedro de Valderaduey (León), al salirse de la vía. También se cobró la vida de dos personas un accidente registrado en julio en la localidad abulense de El Losar del Barco, donde dos motoristas fallecieron en un cruce de la carretera AV-100 cuando su moto colisionó contra un turismo.