[dropcap]A[/dropcap]l no poder ofertar suelo público para la construcción de viviendas sociales, los especuladores de suelo hicieron su agosto. Realizamos una política agresiva de adquisición de suelo, aunque esas formas de actuar suelen ser oscuras y sin interés para los ciudadanos, sin embargo fueron fundamentales para que se pudieran hacer obras que repercutieran positivamente en la vida de los salmantinos. Al final de los doce años de nuestra estancia en el Ayuntamiento de Salamanca el patrimonio municipal se había multiplicado exponencialmente.
Después de cuatro años habíamos adquirido millón y medio de metros cuadrados valorados en 520 millones de pesetas. Nuestra meta era que el Ayuntamiento consiguiera, en un tiempo prudencial, el 50% del suelo del término municipal. Hoy podemos decir con satisfacción que tras las transferencias conseguidas por el PGOU de Salamanca este porcentaje se ha logrado en algunos barrios periféricos de la ciudad.
Comenzamos la política de adquisición de suelo con la compra de La Salle, y añadimos al patrimonio municipal nada menos que 150.000 metros cuadrados de suelo y 25.000 metros cuadrados construidos en el edificio del antiguo colegio. Con esta adquisición solucionamos muchos problemas de espacio. Ubicamos en La Salle la Policía Municipal, la Escuela de Cine, las asociaciones de jóvenes y la mayoría de los servicios municipales: sanidad, limpieza, tráfico, servicios veterinarios y la sección de quintas.
Los terrenos de la huerta fueron cedidos a ASPRODES para vivero y oficinas, al INSERSO para la construcción de un centro para discapacitados profundos y severos e instalamos provisionalmente el mercado de ganados. La Salle fue el arca de Noé, donde todo cabía. Era provisional, pero, como suele ocurrir en España, la provisionalidad duró treinta años.
Otra de las grandes adquisiciones de suelo fue la Huerta de los Jesuitas, cerca de 100.000 metros cuadrados a los que se le añadieron las zonas resultantes del cubrimiento de la vía. Comprábamos suelo en cada uno de los barrios para destinarlos a parques o construir viviendas. El Parque de Garrido, al que llamaríamos después de Würzburg, el Huerto de Calisto y Melibea, el Jardín del Visir, la huerta de las Esclavas, convertido en parque de Pablo Picasso, y la ampliación del Paseo de las Salesas con la adquisición del cementerio del convento.
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