Los trabajadores de Correos se niegan a repartir si no se les proporcionan materiales de protección individual. Los empleados se sienten abandonados por la empresa, que no les ha dotado de equipos de protección, a pesar de que son potenciales transmisores y receptores del virus.
Apuntan que, por responsabilidad, deberían tomarse medidas para que el servicio postal que prestan no se convierta en un foco de transmisión y para que se les proteja de recibir el virus que puedan tener los clientes con los que necesariamente han de relacionarse.
Plantean que los trabajadores están sometidos a continuos riesgos, ya que están en contacto directo con un gran número de personas, ya sea en las oficinas o en el reparto, utilizan bolígrafos y PDAs que pasan de mano en mano sin ser desinfectados, acuden a domicilios donde personas con el virus o en cuarentena preventiva les reciben sin medidas de protección, trabajan en la calle, donde no pueden evitar tener contacto con infinidad de timbres, pomos, barandillas, etc… y donde es imposible disponer de una adecuada higiene de manos, salvo que se les dote de geles hidroalcohólicos, cosa que la empresa no ha hecho hasta el momento, etc..
Por todo ello, entienden que, si otros colectivos sólo trabajan en servicios absolutamente esenciales y, en la mayoría de los casos, disponen de elementos de protección individual, los empleados de Correos no han de ser menos y se deben arbitrar planes que restrinjan servicios y disminuyan el riesgo de contagiar y ser contagiados y ponen en conocimiento de la empresa y la ciudadanía, que han tomado la decisión mayoritaria de no salir al reparto hasta que esta situación no sea resuelta.
“No nos negamos a trabajar. Nos negamos a enfermar y contagiar. Tenemos miedo y a pesar de sentirnos coaccionados bajo amenaza de la empresa con un parte disciplinario, nos vemos en la obligación de tomar esta medida”, explican. “El Gobierno recomienda no salir a la calle y en caso de hacerlo la empresa debe proteger a los trabajadores y a la ciudadanía”, concluyen.