[dropcap]P[/dropcap]oco a poco el letargo cultural en el que estaba sumida Salamanca desde hace unos año parece desperezarse y comienzan a surgir iniciativas privadas que invitan a soñar con un tiempo pasado que fue bueno para las expresiones artísticas, de todo tipo, en esta ciudad
Al Chuchitril que se abrió en la plaza de El Corrillo, hay que sumar la propuesta cultura que realizan conjuntamente Giveme5 y Calabrés Tome Ingenieros, que pondrán en ‘pie’ la Fábrica de Colas que está al final del Camino de las Aguas.
Esta propuesta de las empresas salmantina llenará la parte baja de la antigua fábrica, levantada a finales del siglo XIX, y con una vida entre sus paredes de lo más intensa e interesante, albergará exposiciones, representaciones y expresiones artísticas de todo tipo. “Queremos que en el mismo edificio se encuentre nuestra actividad empresarial como ingenieros y una parte cultural para devolverle a la sociedad lo que nos está dando. Que haya vida, movimiento, intercambio de ideas,… “, apunta Sergio Calabrés.
La idea es dedicar una parte del edificio al uso socio cultural –un coworking y una sala de exposiciones- y la planta de arriba oficinas.
De momento, la Fábrica está en ‘los huesos’, solo tiene la estructura, pero se puede intuir un espacio donde el arte conviva a la perfección con las paredes de piedra y los suelos de la década de los cuarenta. Además, la chimenea, imponente, como recordatorio que en Salamanca hubo industria en otra época.
Solo quedan dos chimeneas similares, ésta en el Camino de las Aguas, y la de Tejares. “Son los únicos patrimonios industriales que han conseguido sobrevivir a lo largo del tiempo en Salamanca. Esta fábrica es un edifico de 1874, con una historia turbulenta. Al principio, albergó la sala de máquinas que servían para impulsar el agua al depósito –lo que hoy es el Museo del Comercio- y en 1912 se convirtió en una industria farmacéutica, de José Giral. Ha conseguido con sus vaivenes hasta el día de hoy”, explica Calabrés.
Además de la chimenea, el edificio cuenta con una bodega que es donde se ubicó en sus inicios, allá por 1874 el aljibe para almacenar el agua. La restauración completa del edificio, tanto de la chimenea, como de la estructura ronda los 100.000 €.
Este edificio singular se sumará así a un ‘corredor’ cultural que se puede intuir a la vera del Tormes, junto con los edificios del CAEM y el DA2. Por allí, también se encuentra el Espacio de Almargen y locales de ensayo. Puede que al arrullo del río nazca el resurgir de la cultura salmantina.
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