[dropcap]E[/dropcap]n 1979 nos las prometíamos felices. Creíamos que en un par de meses los salmantinos olvidarían la pesadilla del agua. Craso error. Teníamos en el teso de los Cañones un depósito acabado de construir, pero al que no le llagaba el agua. La tubería de impulsión, que desde el teso de la Chinchibarra debía llevar el líquido elemento a Pizarrales, no estaba construida, y lo que era peor, ni siquiera estaban expropiadas las tierras por donde tenía que pasar.
Comenzamos a realizar gestiones de inmediato, pero pasaban los días, los meses e incluso los años y el problema se agravaba. En junio de 1981, dos años después de nuestra toma de posesión, Vidal, Oeste, San Bernardo y la margen izquierda del Tormes seguían sin tener agua. El depósito de los Cañones, con una capacidad de 25.000 metros cúbicos, suficientes para solucionar de una vez por todas los problemas de los barrios de la margen derecha, no éramos capaces de llenarlo y ponerlo a funcionar. El problema de la margen izquierda era harina de otro costal.
La obra del trasvase entre los dos grandes depósitos de la ciudad la realizó el MOPU y la Confederación Hidrográfica del Duero. Estuvo terminada en octubre de 1981. Pero siempre los asuntos políticos se entrometen en la gestión. El Ayuntamiento estaba gobernado por la izquierda y el gobierno central por la UCD. La obra estaba acabada pero no nos la cedían alegando que no teníamos la autorización para el enganche eléctrico. El enganche tenía que ser aprobado por Iberdrola, que a su vez necesitaba la autorización de la Confederación Hidrográfica del Duero en manos de UCD. Blanco y migado, nos pedían una autorización que tenían que dar ellos.
Se montó una polémica de padre y muy señor mío, cada una de las partes aducía sus razones, y Máximo Gómez por el Ayuntamiento se llevó el gato al agua. El ministro Luis Ortiz visitó Salamanca y desbloqueó el conflicto en noviembre de 1981. El depósito de los Cañones, que comenzó a construirse en 1977, no estuvo operativo hasta noviembre de 1981.
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