[dropcap]E[/dropcap]l mundo de los navegantes del siglo XVI era un mundo que estaba por descubrir. Todos estos hombres intrépidos, que no tenían garantías de lo que se iban a encontrar, de si iban a volver, qué iba a ser de ellos… Se lanzaban a unas aguas insondables a descubrir nuevos mundos, culturas.
“Entraban en contacto con la aventura en estado puro. Es algo que hemos perdido con este mundo tan globalizado y cada vez más digital. Quizá ahora, las experiencias tienden a ser más impersonales y más irreales de lo que se vivía en el siglo XVI, incluso con las penurias, fatigas y sufrimientos que implicaba subirse a un cascarón de madera de esas características y lanzarse al Océano que, en dirección a América era más o menos sencillo, pero a Asía era complicado”, explica Ángel Miranda, autor de Carrión: un canalla sin ventura, una novela innovadora de aventuras y marinos históricos.
El siglo XVI forma parte de nuestro Siglo de Oro. ¿Crees que tuvo algo que ver que estos marinos de secano –Juan Pablo de Carrión, Palencia es el protagonista- arriesgaran su vida para hacer florecer la cultura aquí?
Todo está relacionado. El descubrir nuevos mundos trastocó todo y pudo ser la chispa que encendió una hoguera. La llegada a América, el descubrimiento de esas culturas, el florecimiento de todo ese comercio, de esa relación y de lo que se creó en América. Me duele mucho cuando se separa España, Europa, América,… como si fuéramos mundos distintos. Realmente, lo que se creó allí fue una conexión, y lo que es ahora Hispanoamérica no hubiera tenido lugar, es fruto de esa relación entre continentes.
¿Fue la primera globalización?
Totalmente. Lo que contamos en este libro, y que espero tengan más continuidad, son las expediciones a las Islas Orientales, las Malucas, las de las Especias, el asentamiento que tuvo España y Portugal en Filipinas. Y ahí sí se conectó el globo por primera vez de comercio y relación cultural.
Tuvimos contacto con nuevas culturas como son las de Japón o China. Eso trastocó la sociedad a nivel social y cultural. Todo está interconectado para que surgiera el Siglo de Oro.
Le llevamos también la religión…
Sí. Era un vehículo cultural y de nuestro tipo de civilización muy importante. Hay que ver la religión en su contexto. La religión en ese momento se utilizaba para una cohesión social en todos esos virreinatos que se establecían.
Estos personajes que se embarcaban eran religiosos o supersticiosos…
Eran religiosos. No podemos poner las visiones de hoy en día. Hay que hacerlo con cierto rigor, yo lo intento, y ponerse en los pies de esa sociedad. Eran hombres religiosos y creyentes. Además, la religión jugaba un papel importante en su vida diaria y también en sus ideas a nivel de anhelos y de afrontar sus propias vidas. Eran marinos, las gentes que se aventuraban a mundos tan lejanos, como es el caso de nuestro personaje, Carrión, eran de los hombres que más mundos habían visto en aquella época y que más contactos habían tenido con otras culturas totalmente distintas. Con lo cual, eran hombres que empezaron a ver otras visiones del mundo, culturas,… y todas las vivencias de cada cual acaban haciendo mella.
Por curiosidad,… ¿Cuándo se morían en el barco, los tiraban al mar?
Si. Siempre que era posible le hacían una ceremonia, los envolvían con telas o como podían. Rezaban una misa y los lanzaban con honores, incluso si eran oficiales, con algún disparo. Seguramente, en los casos más extremos irían dejando un reguero de cadáveres, cuando le daba el escorbuto y estaban en medio del océano y casi no podían mantenerse en pie.
Los españoles tuvimos mucha relación con los pueblos donde se fueron estableciendo. Se generaron nuevas familias, muchos de estos marinos tenían hijos en América y en Filipinas. Muchos se quedaban. Todo se mezcló. Eran los primeros en ver muchas cosas.
Has dicho que te pones en la piel… literal. ¿Cuéntanos la aventura de subirte a un ‘cascarón’ similar a estos del siglo XVI durante tres meses?
Fue por investigación y aventura. Estaba investigando para mis históricos y para la novela. A raíz de esta investigación di con la Fundación Nao Victoria que tienen las réplicas y vi que te podías embarcar. Era una oportunidad idónea de poder ver de cerca y vivir un poco, salvando las distancias, la vida de estos marinos. Para mí, fue una experiencia perfecta una vez pude salvar los mareos para leer la biblioteca que había en el barco, todo fue aprender. (Risas)
¿Te pusiste bien en la piel de estos marinos?
Ahora todo es un paseo, si lo comparamos con lo que ellos vivían en el siglo XVI, pero sí que convivíamos en el barco, dormíamos todos juntos, había que baldear cubiertas, cuidar el barco para que estuviera en buenas condiciones, subir a los mástiles, a las vergas,… Pescábamos de vez en cuando, nos mareábamos y pasábamos las noches a la intemperie cuando nos tocaba hacer guardia.
¿Hiciste la mili en su momento?
No.(Risas) Fue un poco mi mili náutica.
‘Un canalla sin ventura’ es la primera parte de una trilogía que narra las increíbles expediciones marítimas a oriente en el siglo XVI y la vida de Juan Pablo de Carrión, un enigmático marino que viajó hasta el fin del mundo, fue acusado por la Inquisición y acabó sus días cruzando su acero contra las katanas de una horda de piratas japoneses.
Ángel Miranda, autor de dos de los cómics históricos españoles más exitosos de los últimos años: ‘Espadas del fin del mundo’ y ‘Lezo’, que en 2020 rompió todos los récords para una obra de ficción financiada por micro mecenazgo.
Ángel, ¿hay un renacer de los libros de cómic?
Puede ser. He vivido la evolución del cómic en España y sí que es cierto que hace unos años los frikis del cómic éramos cuatro. Sí que en los últimos años ha habido una explosión cultural en muchos aspectos, gracias a la tecnología,… Es cierto que la gente se ha aficionado a más tipos de cultura que antes eran más restringidas, desde cómic, series, videojuegos,… y eso ha ampliado el público a lo cómic.
Afortunadamente, el público está descubriendo cómic más allá de los que todos conocemos, incluso de los súper héroes. Hay muchos géneros para que cada uno encuentre el que le guste. Al final el cómic es un medio de expresión más, como el cine, la literatura,… Depende de los artistas qué te cuenten y cómo te lo cuenten, te puedan gustar más o menos.
Además del cómic, también ofreces un audiolibro ¿Nos hemos hecho comodones o hemos vuelto a la infancia y queremos que nuestros padres nos lean libros antes de dormir?
(Risas) Un poco de todo. Somos cada vez más audiovisuales. Los jóvenes tienen incluso un lenguaje distinto en el que las imágenes juegan un papel muy importante. Por otra parte, cada vez tenemos menos tiempo y tenemos que buscar los huecos, por lo que hay que dar más facilidades. Por ejemplo, La radio tiene mucho éxito porque lo puedes poner en todas partes, de fondo, incluso en el coche. Pero tenía que ser lo que te pusieran en ese momento. Ahora te puedes hacer la radio a la carta con los podcast, que tienen que ver mucho con los audiolibros.
El móvil te da acceso a lo que quieres, cuando quieres. … Todo esto está favoreciendo que revivan los audiolibros. También los hay de muchos tipos. Hay algunos que parecen robot. No es el caso de nuestro libro. Hemos querido crear una experiencia. Hay un narrador profesional, que interpreta, hay efectos de sonido,… que te ofrece algo más.
Leer el libro físico hace que el lector marque el ritmo y ponga voz a los personajes. El audiolibro tiene posibilidades de tener un narrador y que te sumerja en la historia de otra forma.
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