[dropcap]S[/dropcap]alamanca tenía en 1979 más de un centenar de plazas. Es una ciudad que está diseñada para el encuentro. Muchos de estos lugares nacieron al desaparecer el templo a cuyo alrededor había nacido un pequeño barrio en la repoblación iniciada por Raimundo de Borgoña.
Del centenar de plazas, una decena, las más céntricas y bellas, estaban cuidadas, pero el resto se encontraban abandonadas, muchas de ellas sin urbanizar. A la vez que eliminábamos el barro de las calles emprendimos una campaña de intervenciones en las plazas de la ciudad que abarcó a un gran número de ellas.
Para conmemorar el cuarto centenario de la muerte de Santa Teresa y el primero de la fundación de Caja Salamanca se urbanizó la Plaza de la Santa de Ávila. Para ello conseguimos que la Caja corriera con los gastos. Aquel espacio rural, desestructurado y sucio, se ajardinó con árboles de ornato: el arce negundo, tamarindos, el árbol de amor, el cerezo de flor y el árbol de Júpiter. Para decorar el entorno se construyó un pilar para recibir una escultura de Santa Teresa en bronce.
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