A las dos y media de la mañana del sábado pasado solo había un cadáver y una mujer malherida cosidos a tiros junto al Parque de Garrido. Y muchas incógnitas para descifrar lo ocurrido.
Un asesino armado andaba suelto por la ciudad y había que cazarlo cuanto antes, para evitar el aumento de la alarma social asociada a estos delitos violentos.
La Policía Nacional de Salamanca inició la investigación buscando las cámaras de seguridad de la zona y con la ayuda de un testigo de excepción que presenció el tiroteo, que describió con pelos y señales al agresor.
Mientras se obtenían las grabaciones y se visionaban las imágenes, los agentes investigaron a las víctimas, Chema, un trabajador del hospital de Ávila, y Belén, una empleada de hogar que celebraba su 53 cumpleaños con él y con otra amiga. Nno tardaron en descubrir que tenían «una reputación intachable», señaló el comisario jefe Luis Jesús Esteban, «por lo que se descartó un ajuste de cuentas». Reconstruyendo sus últimas horas, solo llamó la atención de los investigadores que habían tenido un encuentro con el ahora detenido.
Llamó la atención el ensañamiento del agresor, porque hubo una ensalada de tiros, y más de una decena de casquillos alrededor de las víctimas.
Las grabaciones de las cámaras de seguridad confirmaron la descripción aportada por el testigo del crimen, por lo que ahora había que identificarlo y localizarlo, algo que hicieron con una eficacia formidable.
En esas mismas imágenes se ve al agresor siguiendo a las víctimas, primero a cincuenta metros, luego a 30, mientras Belén y Chema acompañaban a la otra mujer hasta su casa, hasta que «recortó la distancia poco a poco» y, al llegar al portal donde vivía Belén, «se levantó la camiseta y cogió un arma de fuego que llevaba en la cintura», narró el comisario jefe. Había salido armado de casa y acabó la noche utilizando su pistola.
El resultado fue un hombre de 51 años muerto en el acto y una mujer que se debate en la UCI del Virgen de la Vega entre la vida y la muerte con lesiones incompatibles con la vida.
Los agentes tenían todo atado el domingo y organizaron la entrada en el domicilio del agresor, en el número 21 de la calle Lazarillo de Tormes, para ese mismo día antes de las 21 horas. Allí estaba el hombre más buscado, sin tiempo para reaccionar. Cuando se quiso dar cuenta los GEO lo habían maniatado.
No hizo declaraciones en sede policial, pero negaba ser el hombre que buscaban, algo que no pudo sostener ni un minuto.
La Policía da por probado que las víctimas coincidieron con él en la terraza de un bar ubicado a la vuelta de la esquina de donde vivía Belén, la mujer malherida. No se conocían de antes, pero él intentó entablar conversación con ellos. Sobre todo, estaba interesado en las dos mujeres y, entre ellas, «especialmente por Belén», dijo Esteban.
«Fruto del intento de porfiar por entablar conversación se produjo una discusión, sin más», señaló el comisario. Ellas lo rechazaron y, aun así, él se presentó con tres copas para invitarlos.
Los tres se levantaron de la terraza y se fueron, sin saber que unos segundos después empezó a seguirlos el que a la postre sería su verdugo. Cuando Belén y Chema estaban a punto de despedirse tras acompañar a su amiga a su casa, se les acercó por la espalda y los acribilló, rematándolos cuando estaban en el suelo.
«Fue una reacción desmedida para tan poco estímulo», reflexionó el comisario jefe, aun después de saber que se trataba de un individuo «con un carácter violento» que tenía un antecedente por participar en una pelea hace diez años.
Tras consumar sus intenciones, se marchó «tranquilamente» del lugar y se deshizo de la camiseta que llevaba y del arma, arrojándolos a un contenedor, tal como le vio a hacer otro testigo.
La Policía averiguó qué camión de la basura había pasado por allí esa noche y dónde fue. Una vez localizado, los policías rebuscaron en el centro de recogida de residuos de Gomecello y localizaron la camiseta y la pistola.
Se trata de un arma para la que no tiene licencia el agresor (exvigilante de seguridad), quien, además, utilizó una munición «poco habitual en nuestro país», señaló el responsable policial de Salamanca.
«No son hechos corrientes en Salamanca», dijo el comisario, quien recibió públicamente este miércoles la felicitación de la subdelegada del Gobierno, Encarnación Pérez, «por el éxito de una operación tan complicada» que la policía salmantina esclareció en menos de dos días.
2 comentarios en «Así cazó la Policía al asesino de Garrido»
por favor, el verbo «cazar» no es apropiado para la ocasión. Por muy asesino que sea el autor, es una persona, no un animal. El verbo «detener» es el oportuno. La policía detiene a presuntos delincuentes, no los caza.
Discutió con ellos en la terraza del bar donde tanto ella como el asesino solían frecuentar por vivir en el mismo barrio,
Un testigo de excepción que dio pelos y señales del asesino
Otro que le vio tirar la camiseta y el arma,
Un caso muy complicado,y muy difícil de resolver,…
Con tantas pistas de los vecinos
Lo que no entiendo porque no lo detuvo el vecino de enfrente