La probada eficacia de las mascarillas para evitar la transmisión de enfermedades abre la puerta a mantener su uso en ciertos espacios.
Desde marzo de 2020 la mascarilla se ha convertido en algo cotidiano. Tras más de un año de uso generalizado ha quedado patente que, además de combatir al Covid-19, evitan la reproducción de virus respiratorios transmitidos por aerosoles. Un ejemplo de ello fue la práctica desaparición de la gripe hace un año.
A pesar de que ya no son obligatorias en los exteriores -siempre que haya distancia- y se está produciendo una reducción en su uso, algunos expertos abogan por mantenerlas en ciertas situaciones y lugares, debido a la eficacia que han demostrado.
En este sentido, las personas que deberían utilizar la mascarilla según los expertos son aquellas más frágiles: enfermos crónicos, inmunodeprimidos o incluso recién nacidos. En cuanto a los espacios propuestos por los expertos para establecer el uso obligatorio de la mascarilla se encuentran hospitales y centros médicos, así como el transporte público.
Germán Peces-Barba, neumólogo y vicepresidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), defiende que “aún es pronto para pensar en dejarlas (las mascarillas), la pandemia no ha acabado y siguen siendo necesarias, pero sí es bueno pensar en las lecciones aprendidas, por ejemplo, por la bajísima circulación de virus respiratorios en las temporadas pasadas”.
En base a ello, Peces-Barba recomienda el uso de la mascarilla a los enfermos respiratorios, “con el objetivo de proteger a los demás”. “Porque lo que para alguien sano es un simple resfriado, para alguien más débil puede ser el inicio de una recaída o un problema mayor”, recalca.