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Historias de escaparates en Salamanca

Pepe Román lleva medio siglo montando y desmontando escaparates
Una de las paredes del escaparate de Pepe Román, con la Plaza Mayor al fondo.

 

Hablar con Pepe Román de escaparates es hacer un repaso a la historia del escaparatismo de nuestra ciudad. Junto a él repasamos los últimos 50 años del comercio en Salamanca, cómo ha cambiado el cliente, la forma de consumir, de relacionarse,…

“Hay que optimizar a fondo el escaparate, porque es lo que nos da la vida, al menos a los comercios pequeños. Las personas no entren en nuestro establecimiento, si no le expones lo que tienes. Hay que darle mucha rotación, cambiarlo a menudo porque le tienes que mostrar todo el género. Siempre combinando colores, en mi caso, como es pequeño, lo hago en dos colores y queda muy llamativo”. Así presenta Pepe Román, cincuenta años en el negocio, la importancia que tiene y le da él al escaparate.

Diferencia entre el comercio pequeño y el de las grandes firmas textiles o franquilicas con las que convive en la calle Toro. “Nosotros necesitamos escaparates, ellos no, como mucho tienen un maniquí en uno de los ventanales, porque es la tienda su propio exhibidor. Prefieren que entren y allí ya pican. Si yo no pongo un escaparate, no entraría nadie. Son diferentes conceptos”, explica Pepe Román.

Pepe Román, en el escaparate.

¿El montaje de un escaparate hay que vivirlo?
En mi caso, es que me encantan. Llevo montándolos desde los 14 años y tengo 66 y no me canso.

¿Ha cambiado mucho la forma de montar los escaparates en estas décadas?
Es igual, salvo por una diferencia. Entonces lo hacía el 100% del comercio y ahora somos muy pocos.

¿Por qué?
Porque ya no existe ese tipo de comercio tan personal. Recuerdo que cuando comencé a trabajar a los 14 años, entraba una señora, lo primero que tenías que hacer era ponerle una silla para que se sentara. Ya sabías quién era, lo que quería, hablamos de artículos de caballero. Por ejemplo: cuatro camisas para su marido, el número 39. Se las enseñabas y se despedía. Había que llevárselas a su casa.

¿Era cómodo?
Era muy cómodo. Ahora se dice que el comercio actual es cómodo, entonces era mucho más. En ese aspecto, la atención al público ha cambiado. No así, la exposición de tu producto, al menos en el comercio pequeño, porque sigue siendo un comercio muy personalizado, muy local.

¿Por qué cree que las grandes tiendas no le dedican un poquito más de atención a su ventanal?
Suelen poner un maniquí, para que sepan que dentro de ese establecimiento venden ropa, pero para ellos, su escaparate es la tienda.

Eso le quita identidad a esas tiendas. Las grandes firmas tienen el mismo escaparate aquí, que en Londres o Nueva York…
Con otra salvedad, es el mismo producto. Lo que ves expuesto en Salamanca está en Soria, Cuenca o Tokio.

Han uniformado las calles y también a las personas…
Es otra cosa que no entenderé nunca. Cuando yo comencé con este trabajo, a las personas les molestaba que le vendieras una prenda que podía encontrar otra igual en la calle. Hoy, con estas prendas que compras en franquicias, le da igual. He visto mirando mi escaparate a tres personas con la misma parca amarilla. Si eso le hubiera ocurrido a una cliente en 1970, te hubiera puesto a escurrir. En aquella época querían tener su propio estilo.

¿En esos años cada establecimiento tenía su filosofía?
No, tenían más o menos gusto a la hora de montar el escaparate.

¿No había pique?
No.

¿Entonces había muchas tiendas que eran de Salamanca?
También mucho escaparatista. Eran empleados de la casa, pero se especializaba en ello. Atendía al público y montaba el escaparate. Un amigo mío, Ángel, que trabajó en Carretero y después en Serrano, ha sido uno de los que más interés ponía en el escaparate. Los dos tenemos muchos premios al mejor escaparate, cuando los entregaba la Cámara de Comercio. Hacíamos verdaderas decoraciones.

¿En Navidad también?
Por supuesto. Había colas para ver los escaparates. Teníamos que atraer a los clientes y un buen escaparate lo hace. Sigo haciéndolo. Sigo buscando que tenga movilidad, sé que es difícil, pero lo intento. La prenda tiene que estar viva, el espectador tiene que ver que la puede llevar puesta.

Al maniquí le queda todo bien…
Porque por detrás le pones las alfileres que quieras…

(Carcajada)

¿Qué se pierde el comercio sin poner un buen escaparate?
Estas grandes empresas no pierden nada, porque el público va a seguir entrando, bien porque quieren comprar, ver o entretenerse. En cambio, nosotros tenemos que buscar una decoración que el paseante mire, se pare y diga: ‘¡Qué bonito!’

Has dicho que utilizas dos colores. ¿Uno tiene que ser potente y el otro más apagado?
No necesariamente. Lo que sí tienen que estar es coordinados. Si se los pones potentes, llama más la atención. Pero, lo importante es la coordinación entre ellos, que el cliente diga: ¡Qué bien sientan! ¡Como favorecen!

En tu caso el escaparate es pequeño. ¿Qué ocurre cuando el ventanal es muy grande?
Lo mismo. Es un error llenarlo de género de punta a punta, porque no se ve nada. Yo haría un grupo, con esa coordinación de colores, dejaría un espacio en medio, y volvería a formar otro conjunto con la misma idea. Así muestras tu potencial, está vivo.

Pepe, ¿qué es lo más importante?
Que te guste mucho montar escaparates, porque conlleva quitar el que tenías, limpiarlo, elegir las prendas que vas a poner,… lleva mucho tiempo. Si no te gusta hacer todo esto, no lo hagas, porque no lo vas a hacer bien.

Recuerdo el escaparate de Mantequerías Paco, en María Auxiliadora, tenía uno en cada estación o temporada…
Exponía muy bien su artículo. Lo veías todo y se lo vendía al público. El escaparate no solo tiene que ser de ropa, puede ser de fruta, de conservas, de dulces,… Hablo de ropa, porque es lo que vivo. Pero, paseo por Salamanca y me fijo mucho en los escaparates y digo: ¡Qué bonito! El objetivo de un escaparate es llamar la atención del cliente y que éste se pare para que vea lo que vendes.

Paseantes miran el escaparate que está montando Pepe Riomán.

¿Sería bueno hacer cursos de escaparatismo?
Antiguamente los había. Solo fui a uno, lo mío es autodidacta. Eso sí, me fijo en todos los que veo, aquí, en París, en Madrid o donde vaya. He cogido ideas en muchos escaparates. Luego le daba mi personalidad. Hace poco me regalaron unos bombines y una chistera. Cuando empecé a idear el escaparate de primavera dije: tengo que ponerle el bombín y la chistera al muñeco, con unos bastones con el mango de plata y quedaron espectaculares.

¿Se paraban a verlos?
Sí.

Pepe, ¿en algún momento os planteáis cambiaros artículos entre establecimiento. Por ejemplo que te dejen libros o joyas y tú dejar chaquetas o chalecos?
No. Lo que haces lo haces tú. Podía haber sido una idea, pero no se ha llevado a cabo.

¿Hacia dónde va el escaparate?
Vamos a continuar en esta línea. Las grandes firmas quieren que el cliente entre dentro.

¿Y en las tiendas online?
En una pantalla. No lo entiendo y eso que ahora el 40%, o quizá más, es venta electrónica. Mi pregunta es: ¿Esas empresas, como por ejemplo Amazon, va a poder cubrir todos los negocios que van a desaparecer? La máquina no come, pero el ser humano come y bebe todos los días.

Pepe Román, en la entrada de su tienda.

3 comentarios en «Historias de escaparates en Salamanca»

  1. Hola soy hermano de Pepe Roman y os pudo decir que es un gran profesional vive por y para el comercio a todos los hermanos y familia nos ha transmitido ilusión y dedicación en nuestros respectivos trabajos …gracias Hermano eres un crak

    Responder
  2. Me encanta todo lo que tiene allí,he comprado varias cosas pero tuvieron un detalle muy feo.compré un pantalón fue a descambiarlo por una talla más pequeña y me dijeron que la tienda cerraba por jubilacion que solamente le quedaban dos colores en esa talla que yo quería. tuve que traer lo que había, porque si cerraban yo perdía el dinero o eso me dijo la persona q me atendió.A la semana vuelven a abrir al publico con género nuevo y estupendo.donde está la trampa?son s************

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