Con la expansión de la variante ómicron de coronavirus, los principales síntomas de la enfermedad también han variado. Por ello, numerosos pacientes dudan si su infección se trata de coronavirus o, por el contrario, es una gripe o un resfriado común.
Desde la llegada de ómicron, estas tres patologías suelen presentar cuadros clínicos similares. A pesar de ello, algunos de los síntomas se diferencian, ya sea por la duración o intensidad o por que solo aparecen en alguna infección concreta. No obstante, como vienen recomendando los expertos sanitarios desde hace tiempo, lo más sencillo para salir de dudas es someterse a una prueba PCR o de antígenos, que confirmarán o descartarán si se trata de COVID o no. En cuanto a las peculiaridades de cada infección, cabe tener en cuenta lo siguiente:
- Resfriado común. Es la más leve de estas enfermedades. Alcanza su punto máximo entre el segundo y el tercer día, y tarda en desaparecer entre siete y diez días. Sus principales síntomas generalmente son: estornudos, congestión nasal, moqueo, dolor de garganta, tos, goteo de mucosidad en la garganta y lagrimeo. Sin embargo, el hecho principal es que los resfriados no suelen producir fiebre. Además, pueden padecerse en cualquier época del año, a pesar de ser más frecuentes en los meses fríos.
- Gripe. El igual que el resfriado, presenta cuadros de tos, mocos, estornudos y congestión nasal (que en algunos casos puede provocar pérdidas de gusto y olfato). Sin embargo, la gripe suele estar acompañada de fiebre y dolor muscular. Además, en las infecciones más serias puede haber dolor de cabeza, escalofríos y problemas estomacales. Los síntomas desaparecen generalmente en el plazo de una semana, aunque la tos puede persistir algunos días más. Los picos de mayor incidencia de esta enfermedad se registran entre diciembre y febrero. La complicación más frecuente de la gripe es la neumonía.
- Ómicron. La principal novedad de esta variante es la sintomatología más leve respecto a las demás cepas de coronavirus y con la gripe, aunque en esto suele influir si la persona está vacunada o no. Entre los síntomas asociados a esta infección, están la fatiga extrema, la fiebre, la taquicardia y la aceleración del ritmo cardiaco o el dolor muscular. A estos, se le añaden los comunes de los virus respiratorios, como los mocos, el dolor de cabeza, los estornudos o el dolor de garganta. Sin embargo, la principal diferencia respecto a sus predecesoras consiste en que no se pierden ni el gusto ni el olfato.
