El Da2 de Salamanca exhibe ‘Leones en el jardín’

Una muestra antológica con lo mejor de la artista salmantina Isabel Villar
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Una mujer contempla varias obras de la exposición. (Ical / Arranz)

El Museo Da2 de Salamanca acoge desde este viernes ‘Leones en el jardín’, una muestra antológica de la obra de la artista salmantina Isabel Villar que forma parte de las actividades programadas para celebrar el  vigésimo aniversario de la capitalidad cultural europea.

Ical.- Esta exposición no es una retrospectiva “al uso” en la que las obras se cuelgan siguiendo un orden cronológico, sino que está articulada en torno a los temas que han centrado la producción de Isabel Villar a lo largo de toda su carrera. De este modo, en la muestra se hacen “evidentes” algunas de sus estrategias, como la repetición, y se podrá observar “muy claramente” la evolución de su estilo, que “no responde en absoluto a lo ‘naïf’, sino a una intención clara de distinguirse”.

‘Leones en el jardín’ se podrá visitar hasta el 2 de mayo y ocupa todas las salas de la primera planta del centro de arte. Tras su paso por Salamanca, se expondrá en el centro de arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada, ya que el ayuntamiento de este municipio madrileño ha coproducido la exposición junto con el salamantino.

Leones en el jardín

Según explicó el comisario de la muestra, Sergio Rubira, Isabel Villar es una artista fundamental para entender el modo en el que la figuración pictórica evolucionó en España en las últimas décadas del siglo XX. “Su forma de pintar se podría enmarcar dentro de las corrientes vinculadas con esa forma particular de entender el pop aquí. Compañera de generación de muchos de esos artistas, su proyecto, sin embargo, se distingue por la creación de un mundo personal que parece fuera del tiempo y que, en su carácter casi mágico, se abre a múltiples interpretaciones, a infinitas lecturas, a ser parte de mil y un relatos”, valoró.

Sus jardines, bosques, parques y playas se convierten en “lugares de la posibilidad”. Están habitados, casi siempre, por mujeres, niñas y ángeles que, en soledad o en compañía, conviven con animales, algunos exóticos, otros más conocidos. Cuando se trata de animales salvajes, no huyen, ni atacan, aunque tampoco parecen estar domesticados, sino que “son sus compañeros”. No parece que haya ningún conflicto, que corran peligro ni que una amenaza las aceche.

En definitiva, para Rubira, en esos cuadros “parecen resolverse algunos conceptos que se han considerado contrarios, aunque quizás, como ella demuestra, no lo sean del todo: arte y naturaleza, artificial y natural, civilización y salvajismo, cultivado y silvestre…” Por otro lado, las citas directas a la fotografía son “fundamentales”. Se añade así “una capa más” de significado: “podrían ser las fotografías de cualquiera, pero son los suyas, las propias, creando una suerte de inusual autobiografía, una galería de retratos que son a la vez familiares y extraños”.

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