A pesar de lo que pueda parecer, la calidad del sueño está muy relacionada con la alimentación. No dormir lo suficiente puede aumentar las ganas de comer en exceso, generando un círculo vicioso ya que esto deriva en una mayor privación del sueño.
El profesor Matthew Walker, director del Centro para la Ciencia del Sueño Humano en la Universidad de California, ha explicado a ‘BBC News’ que “hay unos cambios diabólicos en el cerebro y el cuerpo cuando duermes poco que te llevan a comer en exceso y, por ende, a aumentar de peso”. En este sentido, cuando no dormimos presentamos una mayor tendencia a comer en exceso, lo que supone una ingesta de calorías superior a lo que necesitamos.
Esta interrelación entre dormir y la alimentación se debe a que el sueño afecta a la leptina y la grelina, hormonas que controlan el apetito. La primera indica al cerebro que hemos comido lo suficiente. De esta manera, ante unos niveles altos de leptina, el apetito se reduce. La segunda indica lo contrario, cuando presenta niveles altos indica falta de saciedad. Algunos estudios han demostrado que, ante la falta de sueño, los niveles de estas hormonas van en dirección contraria. Esto es, se produce una caída de leptina (mayor apetito), y la grelina se dispara (menor sensación de saciedad).
Qué comemos también influye directamente en el sueño. Un estudio realizado por Walker ha determinado que, cuando los participantes no dormían correctamente presentaban más antojos de alimentos azucarados, salados y ricos en carbohidratos. La melatonina es la hormona que promueve el sueño, y proviene del triptófano, un aminoácido dietético. Si esta hormona “se produce completamente a partir de un aminoácido que debe consumirse en la dieta, entonces tiene sentido que la dieta sea importante para regular el sueño”, explica Marie-Pierre St-Onge, investigadora de Nutrición y Sueño en Nueva York.
Algunos alimentos con alto contenido de triptófano productor de melatonina son el pescado, las nueces o las semillas. Además, otros como los tomates, las cerezas ácidas y los kiwis contienen melatonina, por lo que ayudan a conciliar el sueño y a dormir mejor. Por el contrario, también hay una serie de alimentos que deben evitarse antes de dormir. Un estudio realizado por St-Onge indica que los alimentos azucarados pueden provocar una noche más perturbada. Por último, dicha investigación ha determinado que las personas que llevaban una dieta mediterránea presentaban un 35% menos de riesgo de insomnio.