[dropcap]A[/dropcap] la vez que redactábamos y aprobábamos el Plan General de Ordenación Urbana de Salamanca fuimos tramitando el Plan Especial del Barrio Antiguo. Queríamos conseguir la conservación del patrimonio existente, remodelar las zonas que lo necesitaran y revitalizar el conjunto histórico, que estaba siendo abandonado por los salmantinos, hasta el punto de que el centro de la ciudad se estaba desplazando peligrosamente hacia el norte, hacia la puerta de Zamora.
Se encargó de la redacción del Plan un arquitecto de prestigio que realizó el trabajo a plena satisfacción de la Corporación municipal, del Ministerio de Obras Públicas y de la gran mayoría de los expertos. Fernando Contreras nombró un equipo de personas de la Universidad que rastrearon palmo a palmo el barrio, contestaron a las sugerencias de los vecinos y dieron gran publicidad al Plan, de tal manera que fueron visitados e informados todos los habitantes, puerta por puerta.
La encuesta descubrió datos sobre la población, los itinerarios, los transportes y los oficios del barrio. Fue un Plan posibilista, en el que se intentaba incentivar a las personas que querían vivir en la zona y también ayudar a los constructores que emprendieron la dura tarea de edificar en un lugar donde exponer su dinero era toda una aventura. No obstante, el aprovechamiento en el Barrio Antiguo era mayor del que tenía antes de entrar en funcionamiento el Plan Especial, se permitía el aprovechamiento bajo cubierta.
El Avance del Plan se presentó en el Ayuntamiento a finales de 1981. El ministerio adjudicó al arquitecto Fernando Contreras el Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Recinto Universitario y Zona Histórico-Artística de Salamanca, que con este largo nombre fue conocido. En abril de 1982 se abrió un periodo de información y de participación ciudadana, antes de proceder a su redacción definitiva.