El cambio de césped del campo municipal de fútbol Reina Sofía se ha convertido en el paradigma del despilfarro y la mala gestión del Ayuntamiento, que ha ido siempre a remolque de las circunstancias, sin tener un proyecto definido. La ciudad pierde con esta chapuza casi un millón de euros entre el césped artificial del campo que se está retirando y los dos campos de entrenamiento de fútbol 7 que se han construido al lado y ni siquiera se han estrenado, pese a estar acabados.
Todo comenzó en 2015 con el anuncio de que el vetusto campo de fútbol dejaría de ser de tierra para tener un piso de césped artificial.
Se licitó en 600.000 euros, aunque finalmente se adjudicó por 475.000 y ahí comenzaron los problemas.
El nuevo césped artificial no estuvo instalado hasta 2019, cuando solo utilizaba ese campo el Monterrey.
Solo un año después el césped tuvo que ser reparado por una empresa salmantina, porque se habían levantado algunas juntas de la instalación inicial y hubo que parchear las zonas que más sufren, como el área pequeña que pisotea todo el partido el portero y el punto de penalti.
En septiembre de 2020 ya estaba listo para que, además del Monterrey, jugara en él Unionistas tras abandonar las Pista del Helmántico, de césped natural y también de propiedad municipal.
Mientras tanto, las obras para construir el resto del estadio se paralizaban y finalmente se reactivaron con el cambio de empresa y la inyección de 1,7 millones más de euros. Estábamos a finales de 2021 y se sabía que Unionistas, que jugó parte de la temporada 2020-21 y toda la 2021-2022, tendría que volver a jugar en césped natural si quería seguir en la 1ª RFEF (la Segunda B de toda la vida).
Total, que el club y el Ayuntamiento pactaron volver a poner césped natural y quitar el artificial que costó más de medio millón de euros y solo se ha utilizado dos temporadas. Una solución que el consistorio aceptó porque Unionistas se comprometía a asumir los 300.000 euros del nuevo césped natural y la retirada del artificial.
Y aumentaron los problemas. El Monterrey denunció que se le había propuesta asumir parte del coste del mantenimiento del césped natural, algo que no podía hacer por su falta de recursos.
Pero hay más. De los 1,7 millones que se inyectaron en 2021, buena parte se destinó a hacer dos campos de fútbol 7 que ya estaban terminados y listos para entrar en funcionamiento este mes de mayo, pero ni siquiera han llegado a estrenarse y se destruirán, derrochando varios cientos de miles e euros más.
Se decidió convertirlos ahora en un campo de fútbol 11 de césped artificial, lo cual costaría otros 300.000 euros por lo bajo.
Y el Monterrey estalló, porque echó cuentas y no le salían. Este nuevo campo no estaría hasta finales de 2023, siendo optimistas, y a estas alturas carecía de campo para jugar y entrenar, tanto el primer equipo, que milita en Provincial, y sus categorías inferiores. Se veían en la calle y la junta directiva dimitió, dejando en el aire un club de fútbol base con 75 años de historia en Salamanca.