Conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas suponen uno de los mayores riesgos para la seguridad vial. Según el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de España, casi la mitad de los conductores muertos en 2020 dio positivo en alcohol, drogas o psicofármacos.
Pese a que la sociedad está muy concienciada de que no se debe conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas por el peligro que supone, todavía hay quienes siguen poniéndose al volante porque “controlan”.
La Dirección General de Tráfico (DGT) reconoce que los efectos del alcohol en el organismo dependen de numerosas cuestiones. Entre otras, la corpulencia (a menos peso, mayor tasa), el sexo (las mujeres toleran menos el alcohol), la edad, la graduación o el tipo y la cantidad de bebida ingerida. También pueden influir otras cuestiones como si el estómago está vacío, pues el alcohol pasa más rápido a la sangre, o circunstancias personales como enfermedades, fatiga o estrés.
De cara a someterse a los controles de alcoholemia y drogas, hay quienes aceptan falsas creencias de hacer bajar el nivel de alcohol mediante varios trucos. Sin embargo, el único ‘truco’ infalible es no beber antes de coger el coche. Esto mismo se puede aplicar a las drogas. Sólo evitando el consumo se logra dar negativo en los test.
Según la Ley de Seguridad Vial, está prohibido conducir con la presencia de drogas en el organismo. Además, respecto al alcohol, establece unos límites máximos. En este sentido, los conductores generales no podrán superar los 0,25mg/l de alcohol en aire espirado, mientras que el límite para conductores nóveles y profesionales se sitúa en 0,15mg/l.
