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Ayudas a la rehabilitación

JESÚS MÁLAGA: ‘Desde el balcón de la Plaza Mayor’ (Memorias de un alcalde)
fonda veracruz
La fonda Veracruz. (Archivo)

[dropcap]L[/dropcap]as ayudas del Ayuntamiento a la rehabilitación de edificios catalogados comenzaron en 1984. Los propietarios e inquilinos de una vivienda podían efectuar mejoras simples, tales como dotar a la misma de servicios, arreglar la fachada o reponer las tejas deterioradas.  Fue una de las medidas más útiles a la hora de recuperar el entramado urbano del Barrio Antiguo.  En 1984 se concedieron 59 subvenciones por valor de más de siete millones setecientas mil pesetas, aunque la subvención final no llegó a los seis millones. La diferencia se debió a que muchas de las mejoras propuestas no llegaron a realizarse. En 1985 se concedieron 77 subvenciones, y el aspecto del barrio iba cambiando lentamente. Las máximas ayudas eran de un millón de pesetas. De éstas se concedieron cuatro en 1984 y siete en 1985. En los años siguientes las subvenciones de un millón crecieron exponencialmente. Para poder acceder a estas ayudas, la vivienda debía tener más de cuarenta años de antigüedad. Quedaban excluidas de subvención las mejoras de carácter suntuario o las que no fueran estrictamente necesarias.

A los tres años de la Operación Piloto estaban en poder del Ayuntamiento los proyectos de las Plazas de San Román, San Marcos, el Corralillo de Santo Tomás, la Vaguada de la Palma, la Plaza de San Cristóbal, las calles de las inmediaciones de la Plaza de Carvajal, la iglesia románica de San Cristóbal y la Cueva de Salamanca. El Consistorio había adquirido la Fonda Veracruz por doce millones de pesetas y se había emprendido su rehabilitación con fondos de la Consejería de Obras Públicas y Ordenación del Territorio. A la vez, habíamos emprendido la compra de San Polo, Casa Lis, Jardín de Calisto y Melibea, Jardín del Visir y la Casa de la Calera. Estábamos en trámites de rehabilitar la Casa de las Conchas y el Palacio del Obispo, y andábamos en los prolegómenos de la construcción del Palacio de Congresos y Exposiciones de Castilla y León.

Era un proceso febril. Se restauraba la fachada de la Universidad de Salamanca y el convento de las Claras, descubriéndose los frescos del coro bajo y el artesonado primitivo de la iglesia. Pero no paraban aquí las intervenciones. En la iglesia vieja del Arrabal se invirtieron 17 millones, cinco en las Dueñas, 17 en la cúpula de la Purísima y muchos más en la consolidación de la cúpula de la Clerecía. El Barrio Antiguo era todo él una obra. A las intervenciones en los monumentos se les añadía las urbanizaciones de decenas de calles. En este maremágnum no pasó desapercibida la aprobación del Avance del Planeamiento Especial del río Tormes, desde Alba hasta Ledesma.

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