El informe SOS Acuíferos elaborado por Greenpeace cifró en el 28,12 por ciento las masas de agua subterráneas de la cuenca del Duero que están en mal estado químico. A ello se suma que el 6,25 por ciento está en mal estado cuantitativo, es decir, sobreexplotadas. Los problemas en esta masas de agua subterránea derivan “del sector agrícola y ganadero”, tanto la contaminación por nitratos, como la sobreexplotación debida al alto nivel de las extracciones en la zona central de la cuenca.
Ical.- Es en esa zona donde se encuentra el acuífero de Los Arenales, que desde hace décadas “sufre un exceso de extracciones de aguas subterráneas y contaminación difusa debido a la alta carga agrícola y ganadera”. Además, la proliferación de macrogranjas y proyectos de nueva instalaciones aumenta, expone el informe, “el riesgo de uso del agua subterránea en el sector”.
El informe es una radiografía de las 804 masas de agua subterránea que tiene España, y que “da buena cuenta del problema creciente de las reservas de agua”. La investigación, que permite al usuario geolocalizar cualquier ubicación del territorio, deja un balance alarmante: el 44 por ciento de las masas de agua subterránea en España se encuentra en mal estado, según el análisis realizado de los documentos presentados en los planes de tercer ciclo de planificación (2022-2027). Esto supone tener un total de 353 masas de agua subterránea en mal estado. En extensión superficial se superan los 140.000 kilómetros cuadrados, lo que supone un impacto que abarca casi el 40 por ciento de la superficie total que ocupan todas las masas de agua subterránea del país.
Igualmente, el 27 por ciento de las masas de agua subterránea en España se declara en mal estado cuantitativo, es decir, se extrae más agua de la que es capaz de reponer el ciclo natural; el 30 por ciento se encuentran en mal estado químico, o sea que se ha alcanzado un nivel de contaminación (sobre todo por nitratos pero también plaguicidas, metales…) por encima de los niveles máximos para la salud humana; y el 14 por ciento se declara en mal estado cuantitativo y químico.
Entre las principales cuencas analizadas pormenorizadamente, el mal estado general de sus acuíferos es variable pero, en todas, preocupante: Ebro (37 por ciento), Guadiana (85), Guadalquivir (52 por ciento), Segura (69), Júcar (47) y Duero (29,6).
“Es evidente que España ha descuidado y sigue descuidando sus aguas subterráneas”, declaró Julio Barea, responsable de la campaña de agua de Greenpeace. “Este descuido llevará a graves problemas en el abastecimiento humano. En España, según el Gobierno, el 30 por ciento de la población se abastece con aguas subterráneas. En la cuenca del Duero, por ejemplo, el 67 por ciento de los núcleos de población se abastece exclusivamente de agua subterránea, lo que significa que el mal estado químico y cuantitativo puede afectar de manera directa al agua del grifo y dejarlos definitivamente sin agua”, añadió Barea.
Recomendaciones
Entre las recomendaciones urgentes por parte de Greenpeace se encuentran “superar la política hidráulica tradicional, centrada en la ejecución de grandes obras, y abordar una verdadera transición hidrológica justa que responda al actual contexto de cambio climático”. También reducir el consumo de agua, “fundamentalmente por el regadío intensivo e industrial”, al ser el mayor consumidor (80 por ciento del total); e incluir a la ciudadanía en la gestión del recurso agua y de los riesgos hídricos.
Por otro lado, la oenegé urge implantar regímenes de caudales ecológicos científicamente establecidos, cerrar el millón de pozos ilegales repartidos por toda la geografía española, orientar las políticas agrícolas y ganaderas hacia la sostenibilidad y la reducción del consumo, establecer una hoja de ruta para potenciar la agricultura ecológica y reducir la cabaña ganadera en intensivo en un 50 por ciento para 2030.
Igualmente, pidió adaptar las políticas forestales a las necesidades del país más árido de Europa, aumentar el presupuesto destinado a la gestión forestal para avanzar en la adaptación de los bosques mediterráneos al cambio climático y, por tanto, en la protección de suelo y agua y cumplir todas las medidas incluidas en el nuevo ciclo de planificación.