Fermín Sánchez-Guijo Martín, jefe de Servicio de Hematología del hospital Universitario de Salamanca, profesor del departamento de Medicina de la Usal y coordinador del Área de Terapia Celular, Génica y Trasplantes del Ibsal resultó seleccionado para la obtención de una beca Gilead de investigación para profundizar en los conocimientos sobre el desarrollo de fármacos y tratamiento a partir de la terapia avanzada.
Javier A. Muñiz / ICAL. Durante una entrevista con la agencia Ical, Sánchez-Guijo revela algunos detalles sobre el proyecto financiado con esta ayuda y ejemplifica el avance que están suponiendo las terapias celulares y la medicina regenerativa. Por otro lado, reflexiona sobre su labor en el Causa y su papel como vicepresidente de la Sociedad Internacional de Terapia Celular y Génica (ISCT), que será efectivo a partir del próximo mes de junio, sin olvidar las reivindicaciones sobre condiciones laborales y financiación para el desempeño investigador.
¿En qué consiste el proyecto financiado con la beca Gilead concedida a través de la Fundación Instituto de Estudios de Ciencias de la Salud de Castilla y León?
Es un proyecto en el que analizaremos las vesículas extracelulares que circulan en la sangre de pacientes sometidos a tratamiento con células CAR-T. Estas vesículas constituyen un nuevo mecanismo de comunicación entre células y estamos evaluando en distintos contextos su potencial como biomarcadores y también su potencial terapéutico. Apenas hay trabajos que exploren este área en CAR-T y nuestro grupo en el Ibsal, junto a otros del instituto, tiene la experiencia y las herramientas para analizar las vesículas. Por estos motivos, los evaluadores independientes del Instituto de Salud Carlos III seleccionaron este proyecto, donde tres investigadoras de nuestro grupo, las doctoras Almudena Navarro, Silvia Preciado y Sandra Muntión, tendrán un papel relevante.
¿Cuáles son los principales retos de la investigación en terapias celulares y génicas para uso clínico?
Diría que el principal reto es avanzar en la mejora de los tratamientos actuales para ampliar el espectro de acción a más enfermedades y mejorar la accesibilidad de los pacientes a estas terapias en el tiempo más corto posible.
¿Cómo es posible cuantificar el avance que han supuesto hasta ahora las terapias celulares y la medicina regenerativa?
Hasta la fecha, se dispone en España, en el Sistema Nacional de Salud, de pocos fármacos basados en medicamentos de terapia avanzada, es decir, terapia celular, terapia génica o ingeniería tisular, pero hay una notable actividad en desarrollo. Las células mesenquimales y la terapia CAR-T ya están en el sistema para determinadas aplicaciones que carecen de tratamientos efectivos, pero veremos un desarrollo tremendo en los cinco o diez próximos años. Las estimaciones indican que aproximadamente un 10% de los medicamentos disponibles en diez o 15 años serán medicamentos de terapia avanzada.
¿Qué tipo de pacientes son los más beneficiados?
Hasta ahora, si nos centramos en la terapia CAR-T, los pacientes más beneficiados son aquellos que tienen neoplasias hematológicas cuyas células tumorales expresan un marcador en su membrana, como son las leucemias linfoblásticas B y el linfoma difuso de células B grandes, que son los que tienen la indicación comercializada. Están pendientes de llegar al Sistema Nacional de Salud tratamientos para otros tipos de linfomas y para el mieloma múltiple, otra neoplasia hematológica. El reto es su extensión a tumores sólidos y enfermedades no tumorales, donde la terapia CAR-T también está en fase de ensayos clínicos.
¿Es posible que terapias más tradicionales, como la quimioterapia, se puedan acabar sustituyendo?
Para algunas enfermedades en momentos concretos de su evolución sí, y para otras claramente no. Sin embargo, el disponer de mejores tratamientos, más dirigidos a la célula tumoral y eficaces, supone una ventaja notable para los pacientes oncológicos. La terapia celular complementará, junto a muchas moléculas nuevas, el tratamiento del cáncer, que como siempre se dice no es una enfermedad, sino muchas entidades diferentes.
¿Qué papel está desempeñando Salamanca, a través de centros como el CIC, el Ibsal, el Causa o la propia Usal, en la investigación de terapias avanzadas en España?
Para mí estas cuatro entidades son la misma, porque estamos vinculados con todas. Desde hace más de 20 años, la Unidad de Terapia Celular que desarrolló la profesora Consuelo del Cañizo, ya jubilada, está entre las primeras del país en cuanto a actividad y grado de desarrollo. La investigación en este campo es un trabajo de muchos, y estamos en los consorcios y redes nacionales e internacionales en este campo donde aprendemos de los demás, compartimos proyectos y afrontamos retos conjuntos. Somos más de sumar que de competir, porque nuestro objetivo común son los pacientes.
¿Qué tal se trabaja por el momento en el Hospital de Salamanca, el más puntero de la Comunidad, según la Junta?
Siempre he estado feliz de trabajar en el Hospital Universitario de Salamanca y en nuestra Universidad. Creo que los equipos humanos son de primer nivel y soy optimista para el futuro. Nuestra obligación es siempre exigir y pedir más a nuestros gestores y responsables, pero siempre por la misma razón, queremos lo mejor para nuestros pacientes. Los medios del sistema sanitario público son limitados, no hay duda, pero esto es otro asunto diferente.
¿Cómo valora su nombramiento como vicepresidente de la Sociedad Internacional de Terapia Celular y Génica (ISCT), que será efectivo a partir del próximo mes de junio?
Los cargos en sociedades científicas, al menos en mi caso, considero que son de servicio a otros, y han sido otras personas relevantes en la ISCT quienes me ‘empujaron’ en su día a presentar la candidatura. Estamos haciendo cosas interesantes para mejorar los retos que tiene el campo y a los que antes hicimos referencia, pero es una actividad más entre otras de las que tenemos en el día a día.
Algunas de las becas de Gilead se asignan a jóvenes investigadores, que a menudo tienen que marcharse para ver reconocida su actividad laboral, ¿cree que hay margen de mejora en el trato a nivel laboral por parte de la administración pública?
Por supuesto que hay margen de mejora en este campo. Que las personas jóvenes puedan incorporarse y tengan estabilidad es clave para su vida profesional y personal y si perdemos talento es difícil recuperar. Cuando un médico o investigador español sale a Estados Unidos o a otro país con mayor actividad o medios es difícil reincorporarlo, porque lo que se le ofrece no es comparable. Por eso, deberíamos premiar al que aporta más y al que se esfuerza más en el sistema público. Que esto no ocurra no es un problema sólo de la administración. Algunos sindicatos en esto ayudan poco. Es triste que cuando queremos igualar, lo hagamos ‘a la baja’ en lugar de ‘a la alta’. En medicina esto es muy claro: sirve igual, o menos, para incorporarse al sistema público el estar tiempo en el extranjero formándose en una técnica pionera, desarrollar proyectos de investigación e innovación del tipo que sea, que pasar la mañana en un centro sanitario sin aportar nada a la mejora del mismo pero cumpliendo años trabajados. Esto, en los hospitales de referencia, como el nuestro, no es asumible, porque solo el profesional súper especializado y que aporta valor diferencial va a dar el servicio que el paciente complejo exige.
Recientemente, el director del Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca comentaba que la administración pública podía aprender mucho de algunas entidades privadas a nivel de inversión en investigación, ¿cree que se invierte lo suficiente en este país?
Totalmente de acuerdo, pero no solo la administración, porque, ¿qué aporta el mecenazgo, las empresas locales, regionales o nacionales o los ciudadanos individuales a la investigación? Hace poco leí que cada salmantino invirtió más de 80 euros en la Lotería de Navidad. Si cada habitante de nuestra provincia invirtiera el dinero de un único décimo de lotería en investigación, el Ibsal dispondría de seis millones de euros, que es prácticamente su presupuesto, y podría incorporar a muchos investigadores jóvenes que no tendrían que marcharse. Necesitamos un cambio de mentalidad como sociedad.