Francia reaccionó a tiempo y, contra todos los pronósticos y sondeos de opinión, este domingo derrotó a la extrema derecha, que no podrá gobernar.
El partido de Marine Le Pen no solo no ha ganado la segunda vuelta de las elecciones legislativas, sino que, según todos los sondeos, ha quedado en tercer lugar, por detrás del partido de Macron y del Nuevo Frente Popular, la unión de la izquierda que habría ganado los comicios.
Ahora se abre un panorama incierto, para ver la solidez de la unión de la izquierda forjada a toda prisa para evitar el acceso al poder de la extrema derecha, y del partido del propio Macron, que tendrá de cohabitar con la izquierda.
La ultraderecha francesa sigue fuerte y amenazadora, pero al menos esta vez no ha podido asaltar el poder. No obstante es la que más votos ha obtenido (10 millones), frente a los 9 millones del Frente Popular (la unión de la izquierda) y los 7 millones del partido Ensemble, de Macron.
Gracias a la gran coalición entre derecha e izquierda, se ha optimizado el reparto de diputados en la Asamblea y la extrema derecha no gobernará, pero es el partido más fuerte. Le Pen gana 50 diputados, Macron pierde 77, y la izquierda sube 51 gracias a la recuperación del partido socialista, que estaba moribundo y ha salido muy beneficiado por las candidaturas únicas de la gran coalición.
