“Los cofrades no estamos en la élite de la práctica cristiana, somos la base”

Javier Blázquez cofrade y estudioso de la Semana Santa salmantina
Javier Blázquez mirando a la Catedral desde una ventana de San Martín. Fotografía. Pablo de la Peña.

Javier Blázquez pertenece a dos cofradías, de una de ellas es hermano mayor, de la Franciscana, pero nos hemos acercado a él como estudioso y conocedor de la Semana Santa de Salamanca. Durante la charla se hablará más de arte y tradición que de procesiones en sí. Curiosamente, preguntas y respuestas van hilvanando que todo tiene que ir de la mano, porque forman parte de nuestra base cultural.

En Salamanca tenemos de todo dos. Incluso una plaza que se llama Los Bandos. ¿Cuántas Semanas Santas hay?
Realmente tenemos una. La Semana Santa universal que es la celebración de la pasión y muerte de Jesucristo. Si nos vamos a la celebración popular de la Semana Santa también tendríamos una, porque es homogénea y actúa en bloque. Otra cosa es que ya queramos estudiar los estilos o diversas tendencias en las que se expresa la religiosidad popular en la Semana Santa procesional. Aquí, claramente habría marcadas dos tendencias.

¿Cuáles?
Una más arraigada a nuestro sustrato cultural, de estas tierras de la meseta, y otra que mira más hacia Andalucía.

Como espectadores, ¿cuál es más sencilla de entender?
Creo que las dos son fáciles de entender, lo que ocurre es que responden a características sociológicas distintas. Últimamente, está teniendo una atracción muy fuerte la Semana Santa de influencia sevillana, quizá por toda la avalancha que hay en redes sociales, Youtube, medios de comunicación… De hecho, en muchas ocasiones se identifica la Semana Santa de España con la de Sevilla.

No solo pasa con la Semana Santa.
No, también identifican el baile de España con el flamenco y no es así. Hay muchas formas de expresarse en los bailes regionales y también en la puesta en escena de las procesiones de Semana Santa. Por esas razonas, en la zona sur y no tan del sur de Castilla y León sí que está entrando esta tendencia con bastante fuerza.

¿Está entrando por el sur, por Salamanca?
No, antes que en Salamanca hubo procesiones de diseño sevillano en otros lugares. No fue Salamanca la primera ciudad que lo hizo. En Ávila empezaron antes.

En Salamanca, artísticamente, ¿cuál es la corriente más interesante?
Habría que evaluar cada imagen, venga del sur o sea autóctona. Si hablamos de la generalidad, lo cierto es que lo que se está imitando del sur es una repetición de las formas barrocas. No hay casi evolución artística. Sí puede haber una actualización, se suelen caracterizar por un mayor realismo, hay quién habla de un hiperrealismo barroco, pero conceptualmente se están reiterando arquetipos que han tenido mucho éxito.

¿Por qué cree que tienen éxito?
Son fáciles de entender y conectan muy bien con el pueblo. No se van a estudiar en los libros de Historia. En cambio, esas otras imágenes que cuesta un poco más entenderlas, pero que tienen una mayor conexión con la actualidad, son las que aportan algo desde el punto de vista artístico. No siempre caminan en la misma línea los valores artísticos que la aceptación por parte del pueblo.

Por ejemplo.
Las imágenes de Olot a principio del siglo XX se compraron por millares y millares para cofradías, capillas, iglesias… y tenían una gran aceptación. Son unas imágenes bonitas, dulzonas, atractivas… que no te tienes que plantear nada, porque te lo dan todo hecho, pero artísticamente no aportan nada. Es una seriación de unos modelos predeterminados que vienen de una espiritualidad de finales del siglo XIX un tanto ñoña, debilucha que conectan.

Pero, no con todo el mundo…
Si las personas tienen unas mayores inquietudes intelectuales o sensibilidad artística, eso lo valoran de otra manera y prefieren que el artista les aporte algo nuevo. Pero, el arte es un lenguaje y para entenderlo hay que tener una formación, de la misma manera que la música, hay que tener una enseñanza. Aparentemente, es más sencillo ‘leer’ una obra de arte que una partitura, porque si no tienes solfeo no lees nada, pero en el arte ves algo. Pero, también exige unos criterios para poder entenderlo y valorarlo. En la Historia del Arte las que van a quedar son las que aportan y tienen una conexión con el momento artístico con el que nos encontramos.

Javier Blázquez, en la puerta de San Martín. Fotografía. Pablo de la Peña.

¿Cuánta fe y cuanto de exhibicionismo hay en la Semana Santa?
Hay de todo. También tenemos que ir a la persona. Hay persona que acuden con verdadera fe. Ellos sienten que la procesión, que la oración ante una imagen de devoción forma parte de la práctica religiosa. Les ayuda y a muchos les permite ser mejores personas. Pero, hay un porcentaje elevado, y hay que reconocerlo, de quién solo busca otras cosas.

¿La exhibición?
Pues sí. En torno a la carga de pasos en las últimas décadas ha habido un gran avance de este exhibicionismo. Antes, en muchas cofradías, los que cargaban los pasos eran contratados, para ellos era una profesión. Pero, desde que son los propios hermanos los que se encargaban de sacar los pasos… Sí es verdad que ha habido un grupo de personas que se han acercado a las cofradías a cargar. Nos encontramos con cosas que no tienen mucho sentido.

¿A qué se refiere?
Tú crees que puede decir un hermano dame de baja que ya no tengo edad para cargar… ¿Dónde ha estado la devoción? Desaparece la carga, desaparece el vínculo con la hermandad. Hay de todo.

Una persona con 90 años es difícil que cargue…
No, normalmente es entre los 18 y los 65 años.

Por esa premisa, solo se tendría fe unos días, incluso si me apura unas horas en lo que se carga el paso.
Si lo miramos así, efectivamente. Estamos en el ámbito de la religiosidad popular. No podemos intentar explicarlo desde planteamientos racionales. Así como la Teología sí que explica desde la razón el hecho de la fe, la religiosidad popular tienes que explicar desde la Antropología. Aquí pesa mucho más el carácter emotivo, que el racional.

Javier Blázquez es hermano mayor de la Franciscana, la cofradía del Cristo de la Humildad.

¿Hay buen entendimiento entre las cofradías?
Aparentemente, sí. El mundo de las cofradías es muy humano, solidario… Hay veces que lo ves. Pero, también es un mundo muy sujeto a los cambios, a las individuales, a valorar lo propio de una manera excluyente… También hay muchas pugnas, rivalidades. A veces afloran, otras están en cubierto. Pero, tampoco es distinto a lo que sucede en el mundo del deporte, de la política, de la cultura…

Donde hay personas, hay distintas opiniones.
Efectivamente.

Es un estudioso de la Semana Santa salmantina. ¿Cómo ha evolucionado en el último siglo -desde los años 20 del siglo XX hasta nuestros días-?
La evolución de la Semana Santa ha tenido varias etapas. Hace 100 años estábamos en esa recuperación que se produjo en España después de la crisis que se inicia en la Ilustración. Desaparecieron muchas cofradías, llegaron las desamortizaciones eclesiásticas… El liberalismo acaba impulsando un nuevo modelo de sociedad. A partir de la Constitución de 1876 se tranquiliza la sociedad, tenemos un cuarto de siglo de relativa paz y la Iglesia también se rearma y trata de impulsar una recatolización de España.

¿Sí?
Sí. Vuelven órdenes religiosas, aparecen otras nuevas. También surgen nuevas cofradías. Entramos en una nueva etapa, de reactivación de la religiosidad popular, pero fundamentada en una piedad que no tiene que ver mucho con la que se impulsó en el Concilio de Trento.

¿En qué sentido?
Es esa espiritualidad de las imágenes de Olot: edulcoradas, blandengue…

¿De ahí viene?
Sí y es la que se prolonga durante los años del nacional catolicismo…

¿Facilona?
Sí, muy fácil, simple… No plantea nada. La Iglesia en España, por esa protección que tuvo, se volvió un tanto cómoda y no evolucionó de la misma manera que en Francia u otros lugares. Es una Iglesia sobreprotectora y eso debilita. Eso hace que la religiosidad sea fácil y no se planteé nada más.

¿Por qué?
Porque, desde mi punto de vista, la República y la Guerra Civil fueron solo un paréntesis, no cierran una etapa y abren otra. Tenemos una interrupción, que luego se reactiva con el nacional catolicismo.

¿Cuándo cambia?
Cuando esa sociedad ‘infantil’ tiene que convertirse en adulta, los años sesenta.

Y rompemos con todo…
Y llega la gran crisis, porque nos hemos hecho adultos como sociedad con el Desarrollismo. Hay dinero, vacaciones, vienen turistas, salimos… En menos de una década cambia la sociedad y eso afecta a lo tradicional. No solo a las procesiones de Semana Santa, también a los bailes tradicionales, al folclore… se perdía. Por eso surgieron los folcloristas, para intentar recuperar lo que se estaba perdiendo….

Eso fue a finales de los setenta.
Claro. Saltó la alarma. Esto se nos va. Hay que grabar las canciones; hay que escribir; hay que salir a los pueblos… Y en esa misma dinámica están las procesiones de Semana Santa. Aquí sí es cuando hay una revalorización de lo tradicional, allá por los años ochenta, y estos folcloristas han logrado poner todo en su lugar, en esta misma dinámica están las cofradías y procesiones de Semana Santa.

Y salen nuevas.
Sí. En plena crisis hay una reacción para intentar revitalizar lo que estaba mortecino.

Javier Blázquez mirando a la Catedral desde una ventana de San Martín. Fotografía. Pablo de la Peña.

¿Cómo estamos ahora?
En una época que ha superado la crisis del Concilio Vaticano II y la modernidad en España, que se nos juntan las dos cosas, que se quiere revitalizarlo y que creció en los años ochenta y noventa de una manera desmesurada. Ahora se están abriendo grietas y se está sedimentando otras de este edificio que se construyó muy rápidamente y si no fraguan bien los materiales surgen las grietas.

¿Reza de buena salud?
Goza de buena salud….

Reza.
Si nos atenemos a los números, en un primer análisis sí. Tampoco nuestras procesiones han sido masivas. Esto no es Zamora, ni Sevilla, ni Málaga… Allí no tendría este discurso, porque, aunque acusaron la crisis, que la tuvieron, no fue de tanta magnitud como la de Salamanca. Allí formaba parte de su idiosincrasia, cosa que, en Salamanca, desde mi punto de vista, no ha sido así. Salamanca no vive de la Semana Santa, Zamora sí.

Tienen hasta un museo.
En Zamora todo el mundo es cofrade o en la familia hay algún cofrade. En Salamanca eso no ocurre.

¿Cuántos son?
No lo sabemos, porque no se cruzan números. Hay que cruzar datos de hermandades. ¿Cuántos somos realmente? Tendríamos que saberlo. En mi caso soy de dos cofradías, pero hay otras personas que son de cuatro o cinco. En lo que no se crucen datos de hermandades, no sabemos el número exacto de cofrades. En números redondos podemos ser unos 10.000, pero, ¿cuántos estamos repetidos?

¿Por qué no lo actualizan?
Nunca se lo han planteado. Lo tendría que hacer la Junta de Semana Santa.

Sería estupendo para ustedes saber con qué fuerza social cuentan de verdad.
Claro. Sería un dato real. Sabemos que es un número significativo en la ciudad. Aunque, no tenemos los porcentajes de otras ciudades. Sin ir más lejos, en Peñaranda de Bracamonte casi el 20% de los vecinos son cofrades. Terminando de contestar a lo que preguntabas con el número de cofradías y cofrades, si hacemos un análisis riguroso y crítico, ahí nos aparecen esas fisuras de las que hablaba antes.

Javier Blázquez, junto al Cristo de la Humildad, obra de Fernando Mayoral.

Procesiones y demás liturgia de Semana Santa o la amas o la rechazas. ¿Ofrezca argumentos para ir a ver el espectáculo en el sentido más respetuoso de la palabra?
La liturgia tiene un componente teatral y es maravilloso. Una liturgia bien preparada, con los cánticos, las incensaciones, un altar… es precioso. Y, una procesión es preciosa y tiene un componente teatral. Eso es maravilloso. Aquí tenemos que distinguir.

¿El qué?
¿El cofrade se puede quedar en el teatro? No, tienen que profundizar en ello.

Pero, eso es dentro de la procesión. Le pregunto fuera, como espectadores.
Para fuera depende, si la persona es creyente, lo puede ver de dos maneras: Esta no es la verdadera práctica religiosa, aquí hay unos componentes de superstición, de fanatismo… y, por lo tanto, lo rechazo. También hay que tener en cuenta que para muchos cristianos ese es el único contacto con la Iglesia, por lo que hay que valorarlo. No somos ejemplares, efectivamente. Los cofrades no estamos en la élite de la práctica cristiana, estamos en la base. Pero, para muchos es el único momento, eso es bueno, al menos una vez al año, que haya un contacto con la Iglesia.

Y, ¿los que no creen?
Los no creyentes nos queda el argumento de peso.

¿Qué es?
La tradición. Yo no creo en los mitos griegos, en su momento creyeron, pero los valoro, me encantan porque forman parte de nuestra base cultural.

Hay imágenes que es la única forma que tenemos de verlas fuera de los templos.
Claro. Tienes la posibilidad de un espectáculo bello en sí mismo, por la música, la imagen, los componentes antropológicos, las tradiciones históricas… son tantos componentes los que arrastra un desfile de Semana Santas, que solo por cultura merece la pena contemplarlo, conocerlo, acercarse… si se tiene apertura a la cultura. Si a mí no me gusta el arte, el cine, la música… ¡Qué le vamos a hacer! Tú te lo pierdes.

2 comentarios en «“Los cofrades no estamos en la élite de la práctica cristiana, somos la base”»

  1. Es un lujo tener en Salamanca a Javier Bláquez, álguien comoel que expone su opinión desde el respeto y el conocimiento, es un patrimonio humano muy poco valorado. En esta sociedad que busca protagonismo en el insulto y la descalificación, para desplazar al obstaracismo el pensamiento y la razón.

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    • Después de leer estas opiniones es de un çofrade ilustrado pasemos a leer las cosas que dice el presidente de la Junta de S Santa para ser conscientes en que manos está el mundo cofrade. Esta SS es un apéndice del Ayuntamiento, un tinglado al servicio del turismo. Mientras tanto el obispo ni fu ni fa.

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