Ramón Hernández Garrido entró como miembro no numerario del Centro de Estudios Bejaranos en el pleno ordinario de 4 de marzo de 2017 por aprobación unánime de sus compañeros, pero le faltaba leer su discurso oficial de entrada que le convertiría en miembro de pleno derecho.
Eso ocurrió este 5 de julio en un salón de plenos abarrotado de público, donde tuvo lugar el acto de lectura que comentamos. Hernández Garrido había elegido como tema para su disertación la biografía de su abuelo Valentín Garrido Muñoz (1883-1936), diputado provincial y concejal del ayuntamiento de Béjar, con un discurso titulado Valentín Garrido Muñoz (1883-1936). “Un humanista en la Segunda República (Aproximación a una biografía).
El acto, presidido y dirigido por la presidenta del CEB, Josefa Montero García, que dio la palabra a Kevin Blázquez Rubio, concejal del Ayuntamiento de Béjar y representante del mismo al estar ausente el alcalde Luis Francisco Martín Hernández. El edil dedicó unas palabras a Ramón Hernández Garrido, a quien le une la amistad y el cariño por las motos, y recordó a su abuelo Plácido Rubio. Después la secretaria del Centro, Carmen Cascón Matas, certificó la entrada como miembro no numerario del CEB del discursante en el pleno mencionado de 2017.

Fue el turno entonces de Ramón Hernández Garrido. Con mucha emoción explicó la labor de su abuelo como diputado por Salamanca, como procurador síndico y como concejal de Béjar, también como empresario de la central hidroeléctrica de Puente del Congosto, centrándose en su preocupación por los ciudadanos y su labor para mejorar la vida de los bejaranos y comarcanos. No dejó de lado las gestiones realizadas para la construcción de la colonia veraniega de Llano Alto para niños y niñas huérfanos, inaugurada en 1933. Para su discurso utilizó el apoyo de imágenes y la lectura de documentación de crónicas de prensa.
Finalizó con el apartado más luctuoso y triste en la vida de Garrido Muñoz: su encarcelamiento por sus ideas políticas republicanas en 1936, su estancia en la cárcel de Salamanca durante cinco meses y su fusilamiento sin juicio en las tapias del cementerio charro junto a otros miembros de la corporación municipal el 1 de enero de 1937.
La familia Garrido fue azotada con virulencia, pues su hijo Ramón Garrido Lobo, de 24 años, murió de resultas de una violenta paliza al ser detenido y trasladado al Palacio Ducal, donde se encontraba el cuartel militar, en agosto de 1936 y su sobrino Valentín Garrido Sánchez, de 28 años, fue fusilado también ese 1 de enero fatídico.
Además fueron despojados de todos sus bienes. Este discurso se convierte así en un homenaje a su familia, a su abuelo y a todos aquellos que murieron durante la Guerra Civil, un homenaje cargado de memoria y de lucha contra el olvido para que la sociedad recuerde y no repita las violencias pasadas.
Sobre esa idea Antonio Gutiérrez Turrión versó la contestación al discurso, que leyó para dar término al acto. Sus palabras, cargadas de fraternidad, estuvieron salpicadas de poesía de autores como Jorge Manrique, Gil de Biedma, Antonio Machado o César Vallejo. Y terminó con Marco Aurelio: “La mejor venganza es ser diferente de quien causó el daño”.

Tras estas preciosas palabras, Josefa Montero García impuso la insignia del Centro de Estudios Bejaranos, simbolizando su ingreso oficial en el Centro, que luce un roble con una filacteria bajo el lema A vetustate robur (cual roble viejo y fuerte o la fortaleza desde la experiencia).
El acto en el salón de plenos contó para con numerosas personalidades de la sociedad, la cultura y la educación bejarana y salmantina (Casino Obrero, Escuela Técnica de Ingeniería Industrial, Universidad de la Experiencia, Cáritas Interparroquial, Cruz Roja, Memoria y Justicia, etc.),
Sin olvidarnos de los compañeros del Centro de Estudios Bejaranos de Béjar y de Salamanca, de amigos y familiares, con especial mención a los amantes de las motos que vinieron expresamente de Gijón para acompañar a Hernández Garrido, como él mismo mencionó en su intervención.
