Salamanca rezuma arte en sus calles y en sus bares. Allá por 1988 Salamanca pasó a ser Patrimonio de la Humanidad. Un poco antes, pero en la misma década, los dueños de los establecimientos de ocio hicieron que Salamanca fuera un referente en la decoración de los bares teniendo, entre otros artistas, a Ángel Bajo y Ricardo Flecha, ambos estudiantes de Bellas Artes, decorando el interior de los mismos. En la actualidad, es otro artista, Nego, el que está embelleciendo las trapas, puertas y paredes de los locales de ocio de la zona de Varillas. Quizá la capital vuelva a tomarse como ejemplo. Contemos la historia.
Hablando con los que vivieron la ‘movida’ de los años ochenta en Salamanca –también tuvimos, no fue la madrileña, pero la charra triunfó- Aquí no surgieron grupos musicales, ni actores o actrices que se convirtieran en ‘Chicas o Chicos Almodóvar’, lo que prosperó en Salamanca fue un arte, porque lo era, de decorar los bares en su interior.
Ninguna ciudad en España –quizá tampoco en el mundo- tenía tanto arte dentro de sus espacios de ocio. Uno de los pioneros fue Ángel Bajo, por aquel entonces estudiante de Bellas Artes, al igual que Ricardo Flecha, uno de los grandes artistas que ha dado Zamora.
Ellos contribuyeron a crear un ambiente especial en la capital, porque dentro de cada bar, discoteca o establecimiento se ideaba una atmósfera única. Los dueños del ocio buscaban darle al cliente algo diferente, que encontrara su espacio donde divertirse, ligar y, en porqué no, contar –más bien gritar- aquello que nunca se atrevería a insinuar sin el vaso con hielo en la mano.
Vengamos al presente. Retomaremos la nostalgia un poco más adelante en el reportaje.
Hablemos del ahora. Salamanca vuelve a apostar por la cultura en sus bares, en este caso, los dueños de los establecimientos de la zona de Varillas son generoso. No hay que traspasar el umbral para disfrutar del arte. Han decidido que las puertas, trapas y paredes de sus locales sean una galería de arte urbano para todos los que caminan por la calle Varillas, Consuelo, plaza de San Justo o la misma Gran Vía –la calle que logró que sus bares fuera míticos- Me adelanto.

Nego -Jorge Merino Calles- está detrás de muchas de las obras urbanas que jalonan esta zona de ocio. Es uno de nuestros grandes artistas urbanos que, al igual que Ángel Bajo o Ricardo Flecha, está dejando su firma. Y, al igual que a ellos, también le mancillan las obras.
Nego firma el retrato de Miguel Herrero, conocido por todos como Miguel el del Pani, luciendo su característico sombrero de cuero y su chaleco. El homenaje, como no podía ser de otra manera, está en la puerta del Paniagua -uno de los bares que sobrevive de la década de los ochenta-.
Nego casi casi casi tienen tantas obras en esta zona de ocio, como en las calles del barrio del Oeste, el SoHo salmantino.
Sigamos con su galería.
Qué mejor para relajarse que mira una puesta de sol en una zona caribeña. Es lo que ofrece El KindinKandan gracias a la imaginación de Nego.

De bebidas y música viven los bares, en la puerta del Ciao se puede ver a un DJ haciendo su trabajo.
En Salamanca no podía faltar una Rana, decora la entrada de El Charro en plena plaza de San Justo, también firma el dibujo Nego, aunque no el diseño de la ranita.
Jugando con el nombre, Nego también ha participado en una nueva ‘factoría’ de ficción, la que se encuentra en el Barvel, donde se siente como en casa Spiderman y los logos de varios superhéroes.
Si te fijas bien y agudizas el oído, de la guitarra de El Baracamba puedes escuchar acordes, por el duende que tiene.

Y para el final, haciendo esquina con Varillas y Consuelo surge un mono espacial que te lleva dónde tu imaginación quiera. Pura distopía. Es la decoración de BNDR Salamanca. Este local puede contar muchas historias, porque durante muchos años fue La Bastilla, sede oficial de los punkis salmantinos.
Así, volvemos a los ochenta.
Dejemos que cada uno reviva las situaciones –con mayor o menor éxito- de aquellas noches de fiesta en bares únicos como El Callejón, que ya no existe y era una réplica de una calle de un pueblo serrano, con sus bragas, camisina y calzoncillos tendidos; El Moderno, uno de los pocos que continúa defendiendo el frente y siendo, como lo fue, buque insignia de aquellos años dorados de la noche salmantina; El Puerto de Chus, en el que ya no atracan los viejos galeones y los temidos piratas pasan de largo porque perdió en algún ‘naufragio’ el sabor añejo.
El Submarino dejó de tener el soporte vital; El Country fue ‘atacado’ sin que Gaudí le diera permiso. La discoteca Morgana dejó de hacer su magia; Cum Laude sigue conservando su Plaza Mayor, pero ya no cantan los artistas que decoraron sus medallones.
Han sobrevivido a la quema El Camelot, pero su Rey Arturo ya no es el que era; El Piper, que sigue queriendo ‘irse’ el último, aunque ahora le han salido la competencia de los ‘after’; El Capitán Hadock sigue manejando el timón. Por cierto, una de las últimas obras de Ángel Bajo, junto a La Posada de las Ánimas o El Tiovivo.
No están todos los que eran, cada uno tendrá su favorito. Quizá por aquello de que se enamoró de su pareja; se emborrachó por primera vez o se dio un beso con el chico o la chica que le gustaba, aquí podrían entrar en juego Fresas, antes Madona y ahora Potemkin.
Salamanca fue un referente en la decoración de sus bares, tanto es así que venían dueños de locales para copiarlos y montarlos en Madrid, Santiago, Ibiza o Cáceres.
Había y Hay talento en Salamanca.






















1 comentario en «Salamanca, arte, saber y copas»
Seguro que tú y yo, Lira, coincidimos en los 80….