Una investigadora salmantina estudia insectos que ayudan a controlar las plagas

Advierte, junto con CSIC, de la reducción de insectos beneficiosos en las plantaciones de plátanos convencionales de La Palma
Natalia Rosas-Ramos, del Área de Zoología de la Universidad de Salamanca, realizando tareas de campo.

La Universidad de Salamanca (Usal) forma parte del equipo de investigación liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), que ha analizado cómo afecta la forma de cultivar plátanos a las tijeretas insectívoras, Euborellia annulipes, Se trata de una especie de vital importancia en estas plantaciones ya que ayuda a controlar las plagas de insectos de manera natural.

Los datos recabados por los científicos en la isla de La Palma, entre los que figura Natalia Rosas-Ramos, del Área de Zoología de la Usal, confirman que en los cultivos donde se siguen prácticas ecológicas el número de individuos fue mayor que en las plantaciones convencionales.

Sin embargo, la diversidad genética detectada, aunque similar, fue algo mayor en las plantaciones convencionales. El equipo baraja dos hipótesis para explicar estos resultados: que los pesticidas estén induciendo un mayor número de mutaciones o que el aumento de la movilidad de los insectos en entornos perturbados esté favoreciendo el intercambio genético.

“La pérdida de insectos es uno de los problemas más graves que enfrentan los ecosistemas y la actividad del ser humano es la que está provocando el declive de estas especies”, advierten este martes desde la Usal. “En este sentido, la agricultura, esencial para nuestra alimentación, tiene un fuerte impacto en el medio ambiente, especialmente cuando se practica de forma intensiva”, añaden. “Uno de los efectos más negativos que provoca es la pérdida de biodiversidad, es decir, la reducción del número y la variedad de especies que habitan los ecosistemas agrícolas”, apostillan.

Frente a esta situación, la agricultura ecológica se presenta como “una alternativa más respetuosa con la naturaleza ya que, al no utilizar pesticidas y fertilizantes sintéticos, es una manera más sostenible de cultivar”.

Para la investigación “estudiamos tanto la abundancia de tijeretas en cada tipo de cultivo, considerando su sexo y su fase de desarrollo, es decir, ninfa o adulto, como su diversidad genética”, explica la investigadora de la Universidad de Salamanca Natalia Rosas-Ramos.

Los resultados obtenidos confirman que las plantaciones ecológicas albergan una mayor cantidad de tijeretas, especialmente hembras. Según la investigadora del MNCN Pilar Jurado-Angulo, “esto podría deberse a que las hembras son más sedentarias porque se encargan de cuidar de sus crías, lo que las podría hacerlas más vulnerables a los pesticidas usados en los cultivos convencionales. Los machos, que tienen más capacidad de movimiento, parecen verse menos afectados por el tipo de manejo”.

Una tijereta insectívoras (Euborellia annulipes).

“El dato que nos sorprendió, fue el genético. Aunque había más tijeretas en los cultivos ecológicos, la diversidad genética era mayor en los convencionales. Más allá de las hipótesis que barajamos, que se trate de mutaciones o sea producto de la mayor movilidad para evitar entornos tan modificados, este estudio demuestra que, para comprender el impacto de la agricultura sobre los insectos, no basta con evaluar la cantidad o el número de especies, sino que es fundamental tener en cuenta la diversidad y estructura genética”, subraya Mario García París, investigador del MNCN.

“La intensificación de la agricultura está transformando los agroecosistemas y provocando su homogeneización. Este proceso puede reducir la variedad de nichos ecológicos y limitar las presiones selectivas que favorecen la diversidad genética dentro de las poblaciones de organismos, lo que puede poner en riesgo el potencial evolutivo de numerosas especies”, según detallan desde la Usal.

En este contexto, la agricultura ecológica se presenta como “una alternativa más respetuosa con el medio ambiente, capaz de mitigar parte de los efectos negativos de la intensificación agrícola sobre la biodiversidad”. Sin embargo, “todavía persisten importantes vacíos de conocimiento sobre su verdadero impacto, especialmente desde la perspectiva genética, donde la evidencia científica sigue siendo limitada”.

En palabras de Rosas-Ramos, “nuestro trabajo constituye una de las pocas contribuciones que ayudan a arrojar luz sobre este aspecto, aportando información clave para comprender cómo el manejo ecológico puede afectar a la diversidad genética y, en consecuencia, a la resiliencia de los organismos y ecosistemas”, concluye la investigadora de la Usal.

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