[dropcap type=»1″]Y[/dropcap] seguimos con nuestro recorrido unamuniano. Volvemos al cementerio católico de Salamanca.
Jesús Málaga
En recuerdo de Atilano Coco
[dropcap type=»1″]C[/dropcap]uando accedí a la alcaldía de Salamanca conecté con la comunidad protestante, entonces con el culto en unos bajos del paseo Canalejas. Conocía la simpatía que sentía por ellos don Miguel y quise seguir su ejemplo.
Atilano Coco, amigo de Unamuno
[dropcap type=»1″]E[/dropcap]n el teso de la Chinchibarra, junto al centro de salud Sisinio de Castro, Garrido Norte, se encuentra una residencia regentada por la Iglesia Anglicana Española. Si nos fijamos en la entrada a la misma, nos recibe una cartela con el nombre de Atilano Coco. En el edificio se encuentra la capilla donde se da el culto protestante para los fieles de esas Iglesia en Salamanca.
La llegada de Unamuno desde el exilio
[dropcap type=»1″]F[/dropcap]uera de lo que se considera el casco histórico de Salamanca he escogido tres lugares para el recuerdo de don Miguel de Unamuno. El primero de ellos es la estación de ferrocarril. La que hoy contemplamos no tiene nada que ver con la que Salamanca tenía hace tan solo unas décadas.
El Casino y don Miguel
[dropcap type=»1″]A[/dropcap]l lado de la Plaza Mayor, con su entrada principal por la calle Zamora, se encuentra el palacio de Figueroa, sede del Casino de Salamanca. En los salones de abajo y en los de los aledaños de arriba se producían las famosas tertulias a las que no faltaban las fuerzas vivas de la ciudad, y Unamuno era uno de sus puntuales asistentes. Asiduo al café después de comer, los tertulianos y no pocos curiosos se arremolinaban para oír su opinión sobre política, asuntos ciudadanos, municipales, universitarios, filosóficos, culturales o científicos.
La Plaza Mayor de Unamuno
[dropcap type=»1″]S[/dropcap]eguimos nuestro recorrido salmantino que nos lleva tras las huellas de Unamuno y llegamos a la Plaza Mayor. Cuantas veces pasó y paseó por ella nuestro rector. Cuantas veces daría vueltas acompañando a los hombres de la ciudad en sentido contrario al de las mujeres, argucia que hacía que los chicos y chicas enamoriscados pudieran verse dos veces cada una de las vueltas por los soportales.
Las obras de Dorado Montero
[dropcap type=»1″]A[/dropcap]ntes de terminar con la referencia a Pedro Dorado Montero en su relación amistosa con don Miguel de Unamuno permítaseme hablar de algunas de las obras del famoso profesor de derecho: “Problemas jurídicos contemporáneos”, El Derecho y sus Sacerdotes”, “Del problema obrero de Salamanca” y “Problemas de Derecho Penal”.
La muerte de Dorado Montero
[dropcap type=»1″]M[/dropcap]uchos de los que lean estas líneas recordarán que hasta los primeros años de la democracia existía en el cementerio de San Carlos un lugar acotado por un alto muro que los salmantinos denominábamos cementerio civil o de los protestantes.
Dorado Montero y Unamuno
[dropcap type=»1″]A[/dropcap]l lado de San Esteban se encuentra el convento de los padres carmelitas calzados, los que santa Teresa llamaba “los de paño” para distinguirlos de los descalzos.
Los dominicos y Unamuno
[dropcap type=»1″]D[/dropcap]esde la Casa Lis, bajando por la cuesta de Carvajal y la cueva de Salamanca, llegamos a los Dominicos. Unamuno frecuentaba el convento y recorría la clausura con los frailes a los que conocía bien y con los que discutía de lo divino y lo humano.
