En memoria de Antonio Romo
[dropcap]E[/dropcap]l padre Romo fue uno de esos curas admirados y queridos por todos, básicamente porque se centró en su vocación, cumpliendo el mandato evangélico de hacer el bien. No era necesario nada más, a diferencia de otros ordenados mediáticos que, como Ángel García, muestran en cuanto pueden sus querencias ideológicas. Entre el rojo intenso y morado en este caso. La labor social de la Iglesia, tenía entendido, debería quedar al margen de estos ruidos, que la época del padre Llanos y los curas obreros prescribió hace tiempo en su justificación histórica.