[dropcap]D[/dropcap]ecían los mayores que la Cuaresma, antaño, se hacía eterna. No en vano, cuando lo era de verdad, los cuarenta días que transcurren entre el Miércoles de Ceniza y el Domingo de Ramos eran de penitencia rigurosa. Nada de carne, ayunos de todo tipo, oración y mortificación voluntaria. Menos mal que la bula llegó a España y por una módica limosna se reducía la abstinencia a los viernes, que quedaron para el potaje.
Cuaresma
Dimes y diretes (IV) Lenguas de víbora…
[dropcap]¡[/dropcap]Un día más! Aunque casi es mejor no contarlos… Yo me imagino que cuando llevemos todos cuarenta días, o más, los que estamos solos en casa discutiremos con las paredes. Mejor, hacedlo con los espejos… Lo digo porque así, al menos, veremos a alguien… Menos mal que tenemos la moderna tecnología, los móviles, de los que tanto he denostado, para ver a quien sea con lo de los vídeo-no-sé-qué… Terminaremos todos hablando a una pelota, como hacía el náufrago de aquella inolvidable película de Tom Hanks.
En imágenes: Potaje de hermandad y vecindad en el Rollo
[dropcap]L[/dropcap]a Hermandad del Perdón y la asociación vecinal Prodesi organizaron el potaje para celebrar el primer domingo de Cuaresma en la plaza del Museo del Comercio