[dropcap]P[/dropcap]reparé, con unas lentejas cocidas en olvido, tal humareda que no tuve más remedio que abrir la ventana de la galería. Aunque me agaché, la Petri, que es mucho más avezada como sereno que la vieja del visillo, a voces, como una poseída, me exigió que asomase la cresta.