[dropcap]L[/dropcap]o primero que salta a la vista es que esto del «Nuevo orden» es un eufemismo. En primer lugar porque de nuevo tiene poco (es más viejo que Matusalén). Y en cuanto al desorden que provoca, no es necesario subrayar las evidencias. Estas se nos presentan apabullantes, miremos solo a nuestro país, o con perspectiva más amplia observemos el orbe terráqueo.
lorenzo sentenac
Sofisticaciones platónicas
[dropcap]E[/dropcap]n un determinado aunque amplio sentido nunca me gustaron los años ochenta, he de confesarlo. Una especie de fobia intuitiva. Quizás porque dieron lugar a los años noventa, quizás porque dejaron atrás los años sesenta.
Nuestros representantes y sus dueños
[dropcap]H[/dropcap]ay un concepto en la filosofía helenística, muy apreciado por los filósofos de la escuela epicúrea, que es la «autarquía», entendiendo por ello la aspiración a ser uno mismo, valerse uno por sus propios medios, o en todo caso no depender en la medida de lo posible de poderes externos que puedan malograr y alienar nuestro auténtico ser.
Mudar de piel
[dropcap]Q[/dropcap]ué encerraban entre sus letras los libros de Epicuro para que muy pronto se convirtiesen en una filosofía maldita? ¿Que había en esta doctrina para que irónicamente Horacio (Epístolas, 4 16) se llamase a sí mismo lechón de la piara de Epicuro, reproduciendo ya, con ello, un tópico del antiepicureísmo?», leemos en la obra de Emilio Lledó, titulada «El epicureísmo».
La mano torcida de la derecha
[dropcap]J[/dropcap]orge Fernández Díaz, exministro del Interior y aún diputado nacional, a la mayor gloria del prestigio de nuestro país, sabía de qué hablaba cuando tras acogerse al respaldo (siempre «por detrás») del presidente del gobierno (hoy expresidente, pensionado y emérito), decía aquello de “El presidente del gobierno lo sabe”, y también: «Su mano derecha (la del presidente que lee El Marca) no sabe lo que hace su mano izquierda (la del mismo ministro réprobo)».
Deshojando la margarita
[dropcap]L[/dropcap]a cuestión de suprimir o no en nuestro país los aforamientos (unos poquitos, la mayor parte, todos) es ya una duda hamletiana, cristalizada en pose teatral.
Normalidad prostitucional
[dropcap]V[/dropcap]uelven los viejos tiempos -que nunca se fueron- los viejos tiempos de la normalidad prostitucional. El bipartidismo castizo de rompe y rasga, regresa de nuevo.
Las lumbreras de occidente
– Lo que se ha perdido es el sentido del equilibrio.
– ¿De qué equilibrio habla usted y de qué pérdida?
– Del equilibrio entre la libertad y la justicia, y de la pérdida del sentido común.
O si lo prefiere usted: del equilibrio entre lo público y lo privado, entre lo social y lo ruin, entre lo razonable y lo disparatado, entre lo civilizado y lo cruel.
De okupas y protocolos: El circo de la ‘nueva’ derecha
[dropcap]C[/dropcap]uando uno no sabe si reír o llorar, es que la cosa está ambigua y no se define. Si no supiéramos de qué pie cojeamos, tantos disparates juntos nos pondrían tristes, pero como estamos entrenados, un par de respingos nos disipan la depre.