Opinión

Silencios diligentes y mudos aplicados

“A Luis Oliveró, estando yo presente, le entregaron en Suiza 2.500 millones de pesetas a cambio de su silencio, porque amenazaba con dejar caer el Gobierno».
¿Una similitud más? Alberto Flores, despacha las dudas con rapidez: «A mí que no me cuenten historias. Como Rubalcaba, que decía que Filesa era una cosa mía y de Oliveró… Que no, que son todos una pandilla de impresentables». (ENTREVISTA con Alberto Flores, condenado por el caso Filesa / EL CONFIDENCIAL 04.08.2013)

 

[dropcap]A[/dropcap]hora sí, incluidos los voceros mediáticos del gobierno, caen en la cuenta de que las cosas se han hecho mal, no sólo por hacerlas sino por no contarlas, por ampararlas con un silencio cómplice. Se ha actuado demasiado tarde y porque ya no había más remedio, aguantando el tipo y el silencio hasta el último instante. Poniéndose de perfil, cuando no cumpliendo las funciones de fiero y mudo guardián del garito. Un síntoma inequívoco de trama grave, capaz de pudrir uno de los pilares fundamentales de la democracia: la información libre e independiente. Porque son tramas lo que se descubre, una tras otra, como hijas de una misma madre, como cuentas de un mismo rosario, como capítulos de una misma historia, no acciones aisladas.

Ahora, pero solo ahora, ya no se va a pasar ni una, dice Rajoy como riñendo a los que se han dejado pillar. A los torpes, confiados, e incontables corruptos de su partido. Torpes por confiados. Incontables por el silencio cooperante y activo que los ha protegido. Ahora, pero solo ahora, ya no les anima a que sean fuertes. Al menos de cara a la galería.

Y esos corruptos incontables, que desbordan la capacidad de seguimiento de cualquier ciudadano mínimamente ocupado en sus propios asuntos, cuyo desfile produce vértigo y nistagmos, cuyas tramas obligan a la justicia a dividir y repartir las causas para poder manejar tanto cotarro despendolado y promiscuo, son fiel copia de los corruptos de otros partidos políticos, protagonistas señeros de nuestra estabilidad prostitucional desde el mismo principio de nuestra modélica transición.

Filesa, Malesa, y Time-Export, son otros hitos de nuestra historia reciente, que bajo el patrocinio del PSOE marcaron el rumbo a los corruptos del futuro. A su imagen y semejanza, hemos seguido -sin remordimiento y sin pausa-malversando nuestra democracia, que hoy está ya famélica. Con su vida pendiente de una trasfusión de aire limpio.

[pull_quote_left]Ahora, pero solo ahora, ya no se va a pasar ni una, dice Rajoy como riñendo a los que se han dejado pillar. A los torpes, confiados, e incontables corruptos de su partido.[/pull_quote_left]Los edificios se construyen con ladrillos y aire, con piezas sólidas y vacío. El vacío que ha servido de argamasa al edificio imponente de nuestra corrupción ha sido el silencio. Un silencio denso, ominoso, consensuado, cómplice y antisistema, un silencio diligente y aplicado con denuedo contra la posibilidad y el futuro de nuestra democracia, a favor de su ruina. Como cuando se construyen los edificios con desproporcionada mezcla de cemento y arena, y antes de tiempo, apenas con las primeras lluvias o los primeros vientos de temporal, se caen como se caen las mentiras.

¿Y qué decir del silencio de Europa? Tan preocupada por el euro y el lucro privado, como indiferente a la corrupción que malogra democracias y derechos humanos. Tan elocuente y parlanchina al dictarnos lo que hemos de pensar, decidir y votar, tan diligente para reescribir, al dictado de los bancos, nuestra Constitución, como sorda, ciega y muda frente a la corrupción que inunda y hunde a nuestro país en la miseria moral, política, y material. Porque sin salud moral tampoco puede haberla material.

Pero ¿qué cabe esperar de una Europa dirigida por Juncker y Dijsselbloem, pillados in fraganti por un ciudadano de bien, el perseguido y castigado auditor Antoine Deltour?

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