Si pasean por el Patio Chico o el Puente Romano y ven a un grupo de jóvenes bailando un miércoles por la noche, deténganse y contemplen sus danzan. Ellos son Salmanbal, un grupo mayoritariamente universitario, que desde hace un par de años practica por los rincones de Salamanca el ‘bal folk’, una corriente en ascenso que ha importado a tierras charras la joven de 22 años Inés Sánchez Mesonero. Hablamos con ella para que nos cuente de qué se trata.
No es raro veros bailar en la calle. Este verano, el Patio Chico ha sido escenario de vuestras danzas de ‘bal folk’. ¿Podrías explicarnos qué es?
Consiste en bailar danzas populares europeas de forma tradicional. Es un concepto bastante moderno. Es bailar de una manera más cercana a la gente. Son danzas que se pueden bailar en cualquier lugar de Europa aunque no las hayas aprendido en el lugar de origen. No es una fusión, sino una recuperación de bailes europeos que se ha simplificado para que sean accesibles a todos los públicos. Igual que en la tradición oral, los cuentos e historias se han ido contando de generación en generación y se han ido simplificando o cambiando detalles. Lo que se busca es volver a recuperar el componente social. Que la gente sienta la música, baile y se cruce con las otras personas como se hacía antiguamente.
¿Cómo llegó el ‘bal folk’ a tu vida?
Yo empecé en Francia, hace cuatro años cuando estudiaba de Erasmus en Aix-en- Provence. Fue a través de una amiga italiana. Cuando lo vi, me gustó mucho. Aprendes un poco de todo allí donde vas. Por ejemplo, en Francia hay más bailes franceses y en Portugal, más portugueses, pero siempre hay una base internacional. En España queremos conservar nuestra identidad cultural e introducir más bailes, pero no es fácil. A mí me encantó la iniciativa y cuando volví a Salamanca quería seguir bailando. Entonces me puse en contacto con la gente que conocía, fundamentalmente universitarios, y así surgió la idea.
Cuéntanos un poco los orígenes de esta tendencia…
En la Francia de los años 70, un grupo de artistas recorrió los pueblos para recuperar los bailes tradicionales y decidieron organizar un concierto amplio y, durante el día, dar talleres. Eran bailes que bailaban las antiguas generaciones, pero al ser un poco complicados, decidieron simplificarlos poder hacerlos llegar a toda la población. Ahí empezó todo, y desde entonces se ha seguido expandiendo por Europa, sobre todo occidental, pero cada vez va llegando más al este y al norte y ahora también nos encontramos con bailes hebreos, italianos, escoceses e incluso alguno de Estados unidos y de Canadá.
¿Y qué danzas españoles se integran?
Sobre todo hay bailes de las zonas en las que hay más identidad cultural, fundamentalmente vascos, pero también catalanes o gallegos. Sin embargo, no se han introducido en el folk los bailes charros, no están tan extendidos. En Italia por ejemplo tienen bastante más identidad cultural por el tema de idiomas y dialectos. Es habitual ver a gente bailar en la calle la tarantela. Los bailes tradicionales están más vivos en otros países que aquí en España. Pero estamos intentando que eso cambie.
Y ¿por qué este baile y no otro?
El ‘bal folk’ nunca está pensado para dar un espectáculo, cosa que sí ocurre en otros. Aquí sobre todo importa el componente social. El baile sirve para divertirse, bailar con total libertad y ponerle cada uno su personalidad. En cada ciudad es diferente. Yo por ejemplo he aprendido, no a través de clases, sino en festivales. He estado en festivales en Francia, Italia, Escocia, pero cuando volví a Salamanca quería seguir bailando y en España se baila mucho menos bal folk.
Entonces, en vuestros encuentros ¿se puede aprender?
Sí, yo empecé a dar clases para que la gente aprendiera, pero no pedí dinero por ello, no daba clases porque fuera la mejor sino porque necesitaba seguir bailando y que la gente viera lo que yo había visto. Hemos empezado con un formato de clases el año pasado y cuando me he ido a Italia, mis alumnos han seguido con los bailes que yo les enseñé y ahora es un poco a modo repetición. Es algo abierto, viene quien quiere. Son pasos que se repiten durante toda la canción, así que la gente aprende rápido.
¿Por qué en la calle?
Cuando hace buen tiempo, bailamos al aire libre porque en otros países también se hace así. Normalmente en el Patio Chico, pero a veces hacemos una ruta. Empezamos por la zona de Fonseca, Puente Romano o calle Tentenecio. Los encuentros que realizamos en la calle se conocen como ‘mazurcas clandestinas’. La mazurca es un tipo de baile real y de la nobleza que con el tiempo se ha convertido en un baile más popular.
¿Danzar es terapeútico?
Totalmente. Te ayuda a estar bien contigo mismo y a descubrir como es el otro, te abres mucho más. Después de un festival yo siempre digo que parece que he vuelto de Nepal de meditar porque me siento tan relajada. Te cura el alma. Te da mucha tranquilidad y seguridad en ti misma. Hay gente con problemas de timidez y de inseguridad, e incluso con depresión, a la que el ‘bal folk’ le ha servido de terapia. Para mí el baile siempre es una terapia. Los personas tenemos un cuerpo que necesitamos utilizar y si no lo hacemos, parece que algo no funciona. El cuerpo es un instrumento que tienes que utilizar y eso te hace sentir bien. Con la música te expresas, no sé explicar muy bien por qué, pero está claro que el baile es muy expresivo y está hecho para todos. Son bailes muy repetitivos, una especie de mantras bailados, entras en un estado de calma relajante.
Por cómo lo cuentas, dan ganas de bailar…
Siempre me ha gustado bailar. He hecho muchos tipos de baile, pero para mí el ‘bal folk’ es diferente. Yo soy traductora, me encanta viajar y conocer otras culturas y amo el baile. Con esta danza se unen todos esos elementos, con cada baile descubres la cultura de un país diferente. En los festivales de ‘bal folk’ viajas, conoces a gente de diferentes países y su cultura y eso es siempre muy enriquecedor.
Y ahora vuelves a Italia …
Sí, a Florencia. Estudié Traducción porque me gustan muchos los idiomas y descubrir otras culturas y me apetecía mucho irme a vivir fuera. El año pasado estuve en Italia de ‘aupair’ y ahora vuelvo para buscar trabajo de traductora.
Ciudadana del mundo, ¿cuántos idiomas hablas?
Me gradué en inglés y francés. Después he aprendido el italiano y un poco de portugués.