[dropcap]H[/dropcap]ace unos días he leído en un periódico que hay una publicación en formato digital titulada «Revista de Historia de Aldearrubia«. Esta población salmantina es conocida en el mundillo paleontológico por haberse encontrado en su término importantes restos de tortugas fósiles. Como tengo muchos amigos allí me he puesto en contacto con ellos, y me han informado que esta iniciativa no es única.
Últimamente no sólo se ha dado en Aldearrubia este interés; en muchos lugares de toda España están proliferando estas publicaciones, cuya gran ventaja es que no necesitan papel, ni imprenta, ni otra cosa sino entusiasmo.
Pero mucho me temo que este entusiasmo se enfriará no tardando mucho y entonces… ¿qué será de estas revistas? ¿Dónde se podrá tener acceso a ellas?
No estoy muy al tanto de lo que se puede o debe hacer con este medio digital, del que –por cierto– me estoy valiendo al redactar esto. De lo que se escribe en papel, sí. Todo debe estar registrado en un I.S.B.N. con el cual resulta muy fácil –si se conoce– llegar a lo que buscamos. O se puede encontrar rastreando en las bibliotecas o hemerotecas, que para eso están.
Pero… ¿hay algo que controle las publicaciones digitales? Como «buceador» del pasado, creo que debería haberlo. Si no, corremos el peligro de que aquello en lo que hemos puesto tanto interés y horas de esfuerzo se convierta en humo al cabo de poco tiempo.
Algunas publicaciones se editan simultáneamente en papel y digitalmente. Pondré como ejemplo la revista LA LLANURA DE ARÉVALO, que recibo mensualmente. Considero que esta revista cumple una labor cultural de primer orden, no sólo en la villa, sino en todos los niveles. Gracias a ella, muchas informaciones nuevas sobre esta histórica población no se perderán nunca.
Siempre he proclamado que la cultura de un país se mide por sus publicaciones. En ello hay que tener en cuenta la calidad, que no siempre coincide con la cantidad, pero ayuda. Por eso es bueno que quien tenga algo que escribir, lo haga. Desgraciadamente, en estos tiempos de libertad abundan lo malo y lo muy malo.
Siguiendo esta norma colaboré con mi pluma en muchas revistas culturales que pueden verse en las bibliotecas: Brigecio, de Benavente, Salamanca Revista de Estudios, Anuario del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, Cuadernos Abulenses, y alguna más.
Y ello me recuerda a un querido profesor que tuve cuando estudiaba Geológicas en Madrid, José María Fuster Casas. Este gran petrólogo fue director de la revista Estudios Geológicos. Pertenecía a una pléyade de científicos que querían, a toda costa, que las revistas científicas españolas tuviesen nivel internacional y que los autores de nuestro amado país escribiesen en ellas artículos de gran calidad. Éste fue el gran empeño que me guió siempre con Studia Geologica Salmanticensia y Studia Palaeocheloniologica.
Pero volvamos a Aldearrubia. Hoy la información en cualquier tipo de actividad es tan grande que la que se produjo hace algún tiempo está olvidada. Es, pues, el momento de recordar lo que decía al principio: que Aldearrubia es la cuna de grandes hallazgos, aunque escasos, de tortugas fósiles. Es una localidad tipo, porque uno de ellos es un holotipo.
Y demos un repaso a lo que significa este término. Se llama holotipo al ejemplar que sirve para definir una especie, animal o vegetal, fósil o viviente. Estos ejemplares deben estar protegidos por un museo o institución que garanticen su conservación para el futuro. Esta protección debe extenderse también para todos los ejemplares figurados que pueden verse en publicaciones científicas.
Lo cual me recuerda un caso que se dio no hace mucho en una población salmantina, donde se había descubierto una nueva especie de trilobites. El ayuntamiento reclamaba la posesión del holotipo para exponerlo turísticamente en un local habilitado para ello, lo que va en contra del Código Internacional de Nomenclatura Zoológica. Y lo más gracioso del caso es que el ejemplar en cuestión medía escasos mm. De proliferar esta idea sería el fin de muchas investigaciones científicas, que es lo que de veras importa, y no el turismo.
Y dicho ya esto, vamos con los fósiles de Aldearrubia, cuyos ejemplares, están numerados, etiquetados y registrados en la Sala de las Tortugas de la Universidad de Salamanca. Sé que hay fósiles en colecciones particulares: no cuentan para nada en la Ciencia. Pueden dar información pero nada más.
Uno de mis más antiguos alumnos, Eduardo Carbajosa Tamargo, dedicó todo su tiempo libre a la búsqueda de fósiles en los escarpes del río Tormes y sus alrededores. A él se debe el hallazgo de las tres «estrellas» de Aldearrubia, así como otras de otros municipios.
Las tres, datadas en la parte superior del Eoceno medio, fueron encontradas a poca distancia entre sí en los escarpes del Teso de las Canteras. Son los siguientes:
STUS 326: Holotipo de «Duerochelys» arribasi. El nombre fue propuesto en mi Tesis Doctoral (1970) y publicado en el Bulletin de la Société Géologique de France en 1975. La especie se caracteriza por la presencia de dos escudos intergulares, caso único entre los podocnemídidos y familias afines, que sólo tienen uno. El género hoy se asigna a Neochelys.
STUS 226: Paratipo de Neochelys arribasi. Publicado con el anterior.
STUS 327: «Podocnemis armuniensis«. Se propuso este nombre para un ejemplar que presentaba anomalías entre los escudos gulares y el intergular (Tesis Doctoral, 1970). Posteriormente se dedujo que podían ser debidas a traumatismos, como se pudo ver en otros ejemplares, por lo cual se redefinió como Podocnemis sp. en el Tomo Extraordinario del Centenario de la Real Sociedad Española de Historia Natural (Geología). Más tarde se incluyó a todos los podocnemídidos de Salamanca y Zamora dentro de género Neochelys.
Otros ejemplares figurados (STUS 1888 a 1899). En el libro «Quelonios fósiles de Salamanca» que me publicó la entonces Caja de Ahorros de Salamanca en 1984, hay una lámina (la 95) y su explicación de 9 ejemplares (página 50) hallados en el cerro Terrubio. Son testigos de la presencia de las tortugas Neochelys y de cocodrilos del género Diplocynodon, ambos fluviales.
Estos son los ejemplares figurados procedentes de Aldearrubia que atesora la Sala de las Tortugas. En su Registro hay muchos más que no se han publicado. Para terminar añadiré que aún quedan muchísimas cosas por descubrir en esta población. ¡Ánimo y a colaborar con la Ciencia!
1 comentario en «Aldearrubia»
Hola Emiliano, encantado de leerlo y de poder explorar un poco más sobre los fósiles de Aldearrubia, de los que ya había leído en alguna publicación, sin duda son fascinantes y otro tesoro a divulgar de la mencionada villa. Soy el autor del blog «Revista de historia de Aldearrubia» que menciona en su publicación por lo que me he animado a dejarle un comentario en este espacio. Quizás el nombre pueda sonar un poco pretencioso, ya que no deja de ser un espacio en el que escribir cosas que voy investigando sobre la villa en mi, bastante ajustado, tiempo libre, cuyo único fin es divulgar fácilmente y no desde un punto de vista académico; no obstante me pareció adecuado ponerle ese título por tener un lugar en el que recoger todas esas historias en un formato digital. Quién sabe, podría llegar a ser un germen para que alguien con recursos se animase a formalizar una publicación similar.
Estoy de acuerdo en que el papel es un formato bueno que ha permitido precisamente que llegue hasta nuestros días mucha información que nos permite investigar ese pasado; y sin embargo en el caso de Aldearrubia se ha perdido ingente documentación por la vulnerabilidad del papel frente al conflicto, el fuego francés, la ignorancia de otros tiempos pretéritos, o la necesidad de hacer sitio para nueva documentación, como pasó en siglos pasados en los archivos españoles, perdiéndose también muchos datos que hoy serían valiosos. Con esto no pretendo atacar ni mucho menos a nadie ni al formato papel, que ha de seguir conviviendo con lo digital y no debe perderse, pero sí que creo firmemente en la digitalización como el medio para facilitar la conservación de nuestro pasado documental y en este sentido los medios digitales facilitan en gran medida la conservación de la información, además de facilitar el acceso a los mismos a todo el mundo, que es lo importante. Está muy bien que algunos sean duchos en conocimiento y verdaderos expertos pero mi reflexión es, ¿de qué sirve todo ello si no se divulga esta información de manera accesible a los no expertos en la materia? En este sentido los medios digitales como este nos ayudan sin duda a llegar a más gente en este mundo digital en que vivimos, y existen además múltiples proyectos independientes que se encargan de almacenar y registrar la información publicada en Internet, como si fueran grandes bibliotecas digitales.
En lo referente a las entradas de mi blog, abierto a la colaboración de quien quiera por otro lado o yo mismo a colaborar en cualquier otra publicación sea digital o analógica. Quien sabe, en el futuro podría recogerse todo en un libro recopilatorio sobre la historia de la villa, en la que podríamos participar y colaborar muchas personas, pues la unión hace la fuerza. Desde aquí lanzo pues ese reto y llamamiento a quien se anime a ello.
Un cordial saludo.