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Los salmantinos desbordan las oficinas para cambiar la tarifa de luz y gas

Los clientes piden el cambio del merco libre del gas y la luz al regulado, que cuesta dos y tres veces menos, pero el camino es tortuoso
La oficina de Naturgy en la Avenida de los Comuneros

Los elevados precios del gas y la luz, unido a la llegada del frío y el encendido de las calefacciones, están provocando que muchos consumidores opten por pasar del mercado libre al regulado. Sin embargo, gran parte de ellos están viendo cómo cambiar de tarifa se convierte en una ardua tarea. Por su parte, desde las comercializadoras alegan que ante la avalancha de cambios están teniendo problemas para atenderlos a todos con mayor celeridad. 

Las Tarifas de Último Recurso (TUR), también conocidas como del mercado regulado, se han convertido en la opción más económica para que los hogares españoles afronten los meses de invierno de la mejor forma posible. Así, muchos de los consumidores se están planteando pasar del mercado libre al regulado. Sin embargo, llegado el momento, están viendo cómo deben afrontar una serie de impedimentos para lograr el cambio de tarifa.

El gran volumen de solicitudes está provocando largas esperas y es cada vez más común ver grupos de personas a las puertas de las oficinas de las comercializadoras. Salamanca no es una excepción y prueba de ello son los puntos de atención al cliente, donde los consumidores deben afrontar largas esperas hasta ser atendidos e, incluso, acudir con cita previa.

Mientras que algunos de los clientes, como Pedro, simplemente acuden a informarse sobre “qué tarifa tengo, porque ahora se habla mucho de esto y quiero comprobarlo”, en su caso a la oficina del gas. Otros como Andrés van a “preguntar por la tarifa regulada”, también del gas, para «ver si me sale mejor cambiarme o seguir en el mercado libre”.

Por otra parte, hay un tercer grupo de consumidores que ya tienen decidido pasar a las tarifas TUR. Sin embargo, hasta que lo consiguen pueden pasar varias semanas. Uno de estos casos es el de Manoli, quien lleva “quince días” desde que decidió cambiar. Sin embargo, este miércoles ha acudido a la sucursal de la empresa del gas “con cita previa, pero no me han atendido porque la chica se ha tenido que ir”.

Por su parte, Javier lleva, “tres semanas desde que comencé con los trámites y he tenido varios intentos”. “Lo intenté primero por internet, luego por teléfono llamando a varios números, porque te van mandado de uno a otro. Al final vine a la oficina, vi que había que pedir la cita y he vuelto con la cita”, explica a la puerta de la oficina.

“Parece que desde la compañía están poniendo ciertas trabas”, reconoce Javier. Pese a ello, otros, como Teresa, también clienta de Naturgy, consideran que “más que trabas suele haber problemas de saturación”.

Otro punto de vista es el de Ana, quien está tratando de modificar su tarifa de la luz y reconoce que “de momento, no voy mal”, y aunque afirma que “desde la oficina me están explicando todo bien y me facilitan la documentación, la distribuidora es la que no me coge el teléfono. Porque hacen lo que quieren con las tarifas y, si quieres modificarla, con no cogerte el teléfono es suficiente y te siguen cobrando lo que les da la gana”.

Desde el lado de las compañías, el responsable de la oficina de Naturgy en la Avenida de los Comuneros, Jorge Elices, reconoce que “desde hace un mes y medio o dos” están realizando “unos quinientos cambios al mes” a la tarifa regulada.

Con ello, “los consumidores buscan un mejor precio, porque en el mercado libre puede ser el doble o el triple que el del regulado. Es la única manera de contener un poco la subida del gas”. En este sentido, indica que la tarifa que ellos recomiendan a los clientes es “la de último recurso (TUR) adecuada a su consumo, generalmente la RL2”.

En cuanto a los trámites, Elices afirma que “el cambio, en cuanto nosotros lo tramitamos, en 24 horas es efectivo”. “El problema es que los sistemas de las comercializadoras no están preparados para un volumen tan grande de cambios, porque antes era totalmente residual. Ahora muchos puntos de venta a nivel nacional y teléfonos, que también se puede hacer por ahí, están saturados”, se excusa, reconociendo que “debido a ello, no sabemos lo que puede tardar” en hacerse efectivo.

Esperas y cita previa

Debido a la gran cantidad de clientes que acuden a las oficinas, muchos de ellos no son atendidos o se les pide tener cita previa. No obstante, en este último caso surgen varios problemas. En primer lugar, hay que llamar por teléfono para pedir la cita “y no siempre lo cogen”. Por otro lado, también se puede pedir por internet, pero algunas personas mayores como Tina, a la puerta de la oficina de la eléctrica, lamentan que “a nuestra edad no entendemos internet, por lo que no sabemos pedir la cita. Además, venimos aquí y no nos hacen caso”.

Cartel en la oficina de Naturgy pidiendo cita previa

Otra de las medidas que han tomado en alguna oficina consiste en cerrar la puerta con llave, como en la de Iberdrola en el Paseo de Canalejas. De esta manera, solamente dejan pasar a quienes acuden con cita previa, evitando que el local se llene de clientes. “Cada vez vamos a peor, ya ni nos atienden”, se queja Manuel, tras no poder acceder.

El desconocimiento por parte de la mayoría de clientes de la necesidad de tener cita previa, hace que tengan que volver a sus casas sin ser atendidos. “Tendré que irme, pedir la cita y cuando me la den, volver, pero a ver cuánto tardan en dármela, porque el tiempo pasa y los precios están disparados”, se queja Andrés, a la puerta de la compañía gasista.

Cartel en la oficina de Iberdrola

Por otro lado, debido a la gran cantidad de personas que acuden a las sedes de las citadas compañías, las esperas se hacen prolongadas. Así, Javier lamenta a la salida de la oficina del gas que «llevo toda la mañana aquí». Otros como Ana también se quejan del «tiempo perdido» en la compañía eléctrica, ya que «llevo fuera del trabajo varias horas».

Menos calefacción

Finalmente, todos los consumidores coinciden en un aspecto: van a tener que reducir el uso de la calefacción este invierno. Pedro explica que “a mí me gusta ventilar la casa, así que además de reducir las horas de calefacción y la temperatura, tendré que ventilar menos”. Manoli, que también controlará más la calefacción, cree que “tenemos que acostumbrarnos y abrigarnos un poco más. Por supuesto, sin el confort que teníamos antes, pero todo es hacerse. Yo quiero ser positiva y si tenemos que ponernos una chaquetita en casa, nos la ponemos”. “Habrá que poner una mantita más”, dice Manuel.

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