Opinión

Volcán de Garrido

Vista de Salamanca desde el Volcán de Garrido.
Vista de Salamanca desde el Volcán de Garrido.

Aquí no tememos a los volcanes. Nuestra tierra, el antiquísimo Macizo Hespérico, carece de actividad volcánica. Sin embargo, durante los años de la Transición, en las lindes del barrio Garrido surgió un volcán. Sin cráter ni chimenea, sin erupciones ni emisiones tóxicas. La acumulación de escombros elevó un montículo hasta formar esa especie de cono que el pueblo asemejó a un volcán. Y ahí quedó, como testigo de la marginalidad en un tiempo en el que basureros y escombreras carecían aún de normativa clara.

Al final, el Volcán de Garrido se convirtió en un icono del barrio. Tanto que el alcalde reelegido incluyó en su programa la forestación de la escombrera y urbanización de la cumbre, a modo de mirador. Bueno, mirador realmente ya es. Así lo testifica el panel explicativo que, con buen criterio, colocaron hace tiempo. Pese a la vandalización, cumple con el objetivo de fijar los lugares más destacados que abarca la vista desde esta montaña artificial elevada hasta los 842 m sobre el nivel del mar.

El Suso, cantante de flamenco entreverado con pop-rock y el aliño del sentimiento callejero, presentó hace unos meses Soy así, un tema auténtico en el que rinde homenaje al barrio de su infancia, porque Jesús Sandín, afincado en Chiclana, es de Garrido. El videoclip resulta entrañable al situar los escenarios en la profundidad genuina de Garrido, por las callejuelas circundantes del antiguo San Mateo que, pese a las reformas, conservan aún el aire deprimido de los setenta. Y las secuencias estelares, inevitablemente, nos llevan hasta el Volcán, con el banco colorido que humaniza el espacio y recuerda que, pese al abandono, las gentes siempre terminan encontrando el lado bueno de las cosas.

El Volcán de Garrido.
El Volcán de Garrido.

Desde la cima, efectivamente, las vistas son preciosas. Se abarca toda la ciudad, con el multiusos Sánchez Paraíso y el colegio Montessori en primer término. Quedan remembranzas de espacios desaparecidos. Allí estuvieron la CAMPSA, el Mercasalamanca y el campo de fútbol Los Charritos, llamado también Los Montones al abrirse entre los escombros. ¡Qué tiempos aquellos, no tan lejanos! También, es cierto, sale la rabia al recordar el abandono ferroviario que sufre el occidente meseteño. La vía que llevaba a Zamora aparece abandonada, corroídos sus raíles y travesaños entre la vegetación que crece descontrolada. Ahora dice el partido que aspira a renovar mandato en la Moncloa que va a estudiar la viabilidad de reabrir la Ruta de la Plata ferroviaria, aunque sea con un trazado distinto al que se cerró en 1985. Cuántas promesas vacías se realizan a la hora de pedir el voto. Al respecto, quien gobierna el ayuntamiento prometió convertir el trazado de la vía en sendero natural.

De una u otra forma, hay que adecentar la zona. En alguna ocasión se organizaron grupos de voluntarios para retirar la basura de estos lugares limítrofes entre la urbe y la tierra de labor. La subida tampoco es segura. Como buena montaña tiene varias rutas de acceso, unas más complicadas que otras. La única acondicionada acusa también el paso del tiempo. Por eso, y para superar las connotaciones negativas, urge una intervención que haga del Volcán un lugar de ocio accesible y agradable.

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