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El marqués que perdió la sombra

torres villarroel casillas
Escultura de Torres Villarroel, obra de Agustín Casillas.

[dropcap type=»1″]L[/dropcap]a cercanía del palacio del Marqués de Villena a la cripta de San Cebrián, cuya torre se conserva, le hacía asiduo visitante de la cueva. Sus experimentos y hechizos le hicieron famoso como brujo y nigromante. Descendiente de reyes y primo del monarca, este noble que vivió a caballo entre los siglos XIV y XV logró escapar del diablo, pero éste le robó la sombra, por lo que el marqués anduvo de por vida sin hacer sombra bajo el sol, lo que causaba espanto entre sus contemporáneos que le tenían por brujo.

Torre del Marqués de Villena.

[pull_quote_left]Los Reyes Católicos, viendo la importancia que la cueva adquiría entre los amantes de la contracultura, ordenaron tapiarla[/pull_quote_left]La fama de la cueva trascendió al nuevo mundo. En América latina los lugares donde se hacen artes de brujería se conocen como Salamancas, y en las múltiples apariciones del diablo a indígenas, desconocedores de la existencia de la ciudad del Tormes, al ser preguntado por su origen y procedencia, siempre remitía a Salamanca. La literatura centroeuropea se encargó de expandir la leyenda por el viejo continente, apareciendo diversas versiones de lo que en la gruta acontecía.

Fachada dela iglesia del S.XII

Los Reyes Católicos, viendo la importancia que la cueva adquiría entre los amantes de la contracultura, ordenaron tapiarla. La realidad fue otra distinta de la que conocemos por la leyenda. En este lugar se asentaron formas primitivas de culto que permanecieron latentes con la cristianización. Los primeros repobladores que llegaron con don Raimundo de Borgoña y doña Urraca, conscientes del arraigo de dichas creencias, construyeron en su lugar una iglesia en el siglo XII. Su portada se encuentra dando entrada a una casa de las cercanías. La vivienda, que tiene una imagen del santo en su portada, cobijó a San Vicente Ferrer en sus predicaciones en Salamanca. Para dar más veracidad a la sacralización del lugar, pusieron el templo bajo la advocación de San Cipriano o San Cebrián, santo que destacó por practicar magia blanca y que iba en consonancia con las actividades de la cueva. Las piedras del derribo de la iglesia sirvieron para la construcción de la catedral nueva.

En la entrada de la cueva se encuentra una escultura de Agustín Casillas dedicada a Torres Villarroel, escritor de lo exotérico del siglo XVIII. Fue torero, médico, danzarín y soldado, terminando de ermitaño, dedicado a la filosofía y las ciencias ocultas. Publicó almanaques y pronósticos, explicó matemáticas y astrología en la universidad y tuvo que ir al destierro por su licenciosa vida. Una vez finalizado el exilio tomó los hábitos.

 

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