Misericordia quiero, no sacrificios
La conservación del patrimonio artístico no es algo que interese especialmente a quienes gestionan los presupuestos. Tampoco muchas veces a los mismos propietarios, cuya desidia en ocasiones resulta hiriente. Durante los últimos meses lo hemos comprobado con el edificio de la antigua capilla de Nuestra Señora de la Misericordia. La pobre lleva siglo y pico recibiendo ultraje tras ultraje, desde que perdió su sentido como sede la cofradía que asistía a los condenados a muerte. En 1916 hasta la mutilaron (…)