La economía de Salamanca tiene dos motores, la Universidad y el turismo, ambos ligados a su historia. Cualquier iniciativa para potenciarlos debe ser siempre bienvenida, porque esta ciudad retrocede a pasos agigantados y necesita frenar como sea la regresión demográfica que la desangra, la más acusada de Castilla y León. En los últimos treinta años ha perdido veinte mil habitantes, que se dice pronto. Y no vale responder que el alfoz ha crecido, que en otras provincias también lo hizo sin que la capital se haya resentido tanto. Desgraciadamente, la mayor parte de quienes salieron, casi todos jóvenes, emigraron a otras regiones o al extranjero.
F. Javier Blánzquez
Raíces
Concluyó. Los diez días de la Semana Santa procesional en Salamanca son historia. Y en el balance uno encuentra de todo, como en botica. Pero juzgar lo bueno y lo malo que hemos visto desgasta mucho, la verdad. Vivimos en una sociedad completamente adocenada, acrítica a más no poder y que traga absolutamente con todo, sin plantearse siquiera los porqués más elementales. Por eso me quedo solo con aquello que más valoro, la aceptación que siguen teniendo, al menos entre las minorías instruidas y con capacidad analítica, los desfiles y tradiciones que hunden sus raíces, con mayor o menor profundidad, en el sustrato cultural de nuestra tierra.
De plazas, museos, figurines, figurones y olvidados
Se aleja uno del opinar varias semanas y, a la vuelta, encuentra un montón de asuntos y no sabe por dónde tirar. Y algunos son tentadores a más no poder, como la conversión de la plaza de San Benito en un mini Cabo Cañaveral, con el cohete apuntando al límpido cielo salmantino. Pero como Álex J. García me anticipa que el miércoles, en el digital de Semana Santa, nos echamos unas risas al respecto, no piso jardines ajenos y dirijo mis pasos hacia otra plaza, la de Juan XXIII.
López Pinto y los niños con cáncer
[dropcap]L[/dropcap]e conocí en 2003, cuando dirigía Televisión Salamanca. Nuestra Semana Santa acaba de ser declarada de interés internacional y quien suscribe algo tuvo que ver con ello. Por eso me quería en la tele como comentarista. Fueron unos años muy bonitos junto a Ana Hernández, que ahora está en USAL TV. La integración de la televisión local en la red autonómica supuso cambios y Juan Carlos López Pinto tuvo que dejarla para fundar, al poco, un medio informativo digital. Y con él, también con César García (qué buenas entrevistas hacía en la radio), estuve colaborando en los inicios. Lo dejé por alguna discrepancia en la forma de llevar la sección y, contrariamente a lo que suele suceder en estos casos, Juan Carlos nunca me guardó rencor. Conmigo siempre se portó muy bien.
Los cuarenta y cuatro angelitos del retablo
[dropcap]C[/dropcap]umplía la octava de la Pascua en mi vuelta, después de unos cuantos meses, a la villa de Macotera. En las últimas ocasiones ha sido para despedir o recordar a personas que se fueron. Da la impresión de que nuestros pueblos van quedando para esto, para rendir últimos homenajes y devolver a la tierra a quienes quisimos, como si fuera su sino y no hubiera ya remedio. Ayer aparecían llenos de vida, ilusión, juventud y esperanza; hoy muestran mortecinos e indolentes su sangría demográfica, funeral tras funeral, mientras van quedando en la nada.
Tristeza
[dropcap]L[/dropcap]a ciudad está triste, todos lo percibimos. Sin las cafeterías, tranquilas o bulliciosas, la capital tormesina se desnaturaliza. Los cines volvieron a cerrar, salvo para esa sesión testimonial que han dejado los fines de semana a la hora de la siesta. El comercio anda a medio gas, porque todo repercute en él. Los domingos ni se puede ir ya a misa por esa incomprensible decisión de la Junta de aplicar un tope mínimo sin considerar el aforo. Mientras tanto, los autobuses urbanos siguen mostrando el cartelito, insultante, de no superar los cincuenta usuarios. Menos mal que el gobierno juntero es derechón, que si bermejo lo fuera ya le habrían espetado su fobia clerical. El Avenida arrasa en Europa con la imagen desoladora de un Würzburg vaciado en su graderío. Todo vuelve a marchitarse y los fantasmas se enseñorean de unas calles sepulcrales que silentes aguardan el despertar del nuevo día.
Por El Cuchitril del Corrillo
[dropcap]F[/dropcap]ui de la mano de Francisco Resina, pintor y compañero en las andanzas académicas. Me lo había dicho meses atrás, que exponía en una galería de arte recientemente inaugurada. Poca obra, porque el espacio era reducido y el ideario iba por la exposición colectiva con visos de permanencia. La idea parecía original, más en estos tiempos, tan aciagos para el arte, en los que abrir una galería a la antigua usanza resulta hazaña cuasi quijotesta. Y allí nos plantamos para ver sus monotipos tridimensionales con estampaciones en papel y cristal, meritorios por algo más que la denominación tipológica. Algún día reflexionaremos sobre la obra de Resina, que su aquel tenerlo lo tiene.