
Mientras los hermeneutas asumen el reto de estudiar el fenómeno Igea y el personaje decide alguna vez qué quiere ser de mayor, la vida política sigue en Castilla y León, donde nunca se sabe qué será peor, si la agonía del gobierno zombi o su sustitución por un gobierno Nosferatu en el que el Colegio de la Asunción puede convertirse en la casa de Orlok (de hecho, se tiran un aire, los edificios me refiero).
