La asignatura que falta

[dropcap]H[/dropcap]ablar en público era todo un castigo para mí, igual que lo es para muchas personas, hasta que descubrí que con la práctica se convierte en un arte que se domina y disfruta.En serio, me lo habían dicho mil veces pero en realidad no lo supe hasta que me puse a hacerlo; todo el mundo puede aprender. El comunicador no nace, se hace.
Por desgracia, o por suerte, el secreto para acabar con el miedo escénico es ponerte a “bailar” con una audiencia. Y digo “por suerte” porque la satisfacción no sería tan grande si no se tratase de un reto tan intenso.

Entrenamiento. No hay otra fórmula, no se aprende a través de un libro, ni con un post, el arte de hablar se domina hablando. Y en poco tiempo ese miedo se torna en deseo.

En la sociedad actual, quien puede hablar sin problemas ante una audiencia tiene ciertas ventajas. Dominar el uso de la palabra se traduce en seguridad a la hora de relacionarnos con los demás, autoestima, crecimiento personal,aumento dehabilidades para el trabajo cooperativo y capacidad de compartir ideas y aportar valor a los demás.

Me parece curioso no encontrar la asignatura “oratoria” en el currículo educativo de nuestro país. Ya no sólo vendría bien para trabajar esos problemas de autoestima que sufren tantos adolescentes, sino que resulta esencial para que los individuos vivan correctamente en sociedad.

¿De qué sirve acumular conocimientos sin la capacidad de transmitirlos? Observamos numerosos jóvenes terminando sus estudios con un título empobrecido por la falta del dominio de la palabra. Yo mismo era uno de ellos, sentía que tenía opinión y conocimientos sobre muchas cosas pero me faltaba la capacidad de compartirlos.

Aún vemos españoles viajando a otros países sin poder comunicarse por miedo a no hablar del todo bien otro idioma y tantos extranjeros llegando al nuestro y chapurreando frases en español mal conectadas y llenas de errores con gran desparpajo. Son desenvueltos porque están seguros de lograrel objetivo de comunicarse. No les importa no hacerlo correctamente, su mensaje llega, ayudado a veces por gestos.

Comunicarse no es otra cosa; conseguir hacer saber al otro lo que se desea transmitir. Es necesario dejar de hacer caso a los miedos porque cuando los olvidamos desaparecen.

Y en todos los ámbitos del terreno educativo estamos fallando al no dotar a las personas de esta capacidad. Estamos desaprovechando individuos muy preparados y con mucho que ofrecer. Sin la capacidad de comunicar, el esfuerzo por darles una formación cae en saco roto.

A eso hay que sumar la educación de los medios, dónde las tertulias han cambiado el significado de “dialogar” por el de gritar, no escuchar al otro, no poder cambiar jamás de opinión y, por tanto, no tener la capacidad de crecer.

Cuando no trabajamos estas habilidades en niños y jóvenes, estamos asesinando capacidades y empobreciéndonos como sociedad. Un verdadero suicidio.

El mundo mejora con cada persona que es libre de comunicarse sin barreras.

@FranVHdez
Coach Literario

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