[dropcap]O[/dropcap]cho siglos contemplan a nuestra Universidad y desde entonces incontables estudiantes han pasado por sus aulas, en la serie ‘Ilustres de la Usal’ queremos rescatar la vida y trayectoria profesional de algunos de estos alumnos o personas con notoriedad mundial que se han acercado hasta Salamanca para formarse o para transmitir su saber
Estos ochocientos años dan para mucho y por ello, la Universidad de Salamanca ha sido pionera, cual hermana mayor de las Universidades de nuestro país y de Latinoamérica, ha ido abriendo caminos. Así, el Estudio Salamantino tuvo la primera cátedra de Árabe hace siete siglos y también la de Euskera, en este caso, hace más de 60 años.
Esta cátedra fue una petición expresa del rector Antonio Tovar Llorente en 1952. Quizá porque siendo niño, allá por los 1920, se crió en Vizcaya y aprendió el Euskera, o simplemente, porque quería darle a un amigo, Koldo Mitxelena, los posibles para que tuviera un porvenir, pero eso lo contaremos más adelante.
Lo cierto es que en 1952 -plena dictadura Franquista- el Ministerio de Educación concedió a la Universidad de Salamanca la primera cátedra de Euskera a una Universidad española.
Seis años después de instaurada, Koldo Mitxelena ocupa la cátedra Larramendi. Mitxelena nació en Renteria y murió en San Sebastián en 1987. Precisamente en la capital guipuzcuana, una biblioteca al lado de la Catadral de San Sebastián El Buen Pastor lleva su nombre. Es una de las máximas autoridades en los estudios sobre la lengua vasca y fue uno de los artífices de la unificación de este idioma.
Pero, centrémonos en su paso por Salamanca. Impartió clases en la Universidad a partir de 1958 y estuvo aquí hasta mediados de la década de los 70. Hay un hombre clave para que Mitxelena y la Universidad estén unidos. Es Francisco Jordá Cerdá, luego catedrático de Arqueología de la Universidad de Salamanca y el que hizo todo lo posible porque diera clase en las aulas salmantinas.
Pero, no nos adelantemos. Al margen de su faceta docente, Mitxelena tuvo una vertiente política que lo llevó en varias ocasiones a la cárcel. La primera de sus estancias en prisión fue en 1937, cuando fue acusado de rebelión militar y condenado a muerte. Tras diversas vicisitudes bélicas, fue hecho prisionero en Santoña y recluido en el penal de El Dueso y posteriormente en julio de 1938 al penal de Burgos. Estando en Burgos acaba la guerra con victoria del bando nacional. Unos meses más tarde, en septiembre de 1939, su pena de muerte fue conmutada por la de 30 años de reclusión mayor.
Aunque parezca mentira, no hay mal que por bien no venga. Precisamente en el penal de Burgos, Mitxelena entabla amistad con intelectuales y profesores de Universidad, entre ellos, Francisco Jordá Cerdá, catedrático de Arqueología de la Usal. Ellos lo convencen para que comience a estudiar.
Mitxelena recobra su libertada a principios de 1943 y se instala de contable en Madrid. Allí contacta con Joseba Rezola, uno de los dirigentes del PNV que trabajan en la clandestinidad. Además, de Rezola, se encuentran Sabin Barrena, Pello Irujo y Matilde Martínez de Ilarduya, la que luego sería su esposa. En poco tiempo, 1946, Mitxelena se convierte en la cabeza del PNV en la capital. Y por ello, vuelve a ser detenido y acusado de realizar actividades clandestinas y condenado a dos años de prisión.
Deja Madrid y vuelve a su Rentería natal, donde retoma sus estudios por libre, animado por su amigo el catedrático de la Universidad, Francisco Jordá. Y es precisamente este profesor de Salamanca el que le ayuda a tener una carrera dentro de la Universidad, ya que debido a sus antecedentes era muy difícil que lo contrataran. Pero, su valía y sus conocimientos como lingüista lograron que sus amigos, José Arrue, Antonio Tovar o Manuel Agud creyeran en él y lo pusieran al frente de la cátedra de la Lengua Vasca en Salamanca.
Un alumno de Mitxelena
José Antoio Pascual, ocupa el sillón ‘k’ de la Real Academia de la Lengua y es catedrático de Lengua Española de la Universidad Carlos III, señaló en una entrevista al Diario Vasco que «cuando estaba en tercero de carrera en la Universidad de Salamanca, en 1962, Koldo solía ofrecer conferencias de vez en cuanddo. A ellas asitían todos los catedráticos de la Universidad, que le tenían un gran respeto. Y la verda es que eran unas charlas sorprendentes, no hablaba solo sobre el euskera, sino de todo lo relacionado con la lingüística. Cuando salí de la primera ponencia, un grupo de alumnos nos fuimos a tomar unas cervezas con él y nos pareció una presona muy sorprendente».
Pascual tenía por aquella época unos 20 años y define a Mitxelena como una persona que estaba siempre al día y sorprendía a todo el mundo con sus conocimientos. «A mí me ayudaba con la tesis y cuando me iba a presentar para una oposición me corregía algunos temas sobre los que le preguntaba, era un hombre muy accesible. Ese es el Mitxelena que yo conocí como alumno», explica en la entrevista al Diario Vaco el académico.
José Antonio Pascual y Koldo Mitxelena se convirtieron en amigos una vez que Pascual concluyó la carrera. Y cuenta una anécdota de ellos. «Recuerdo que cuando fui con él por primera vez al cine me sorprendió que quisiera sentarse en un extremo. Eran las consecuencias de haber estado preso».
Pacual señala que Koldo Mitxelena que tenía una inteligencia superior. «En Salamanca fue capaz de crear amistad, no amiguismo». Por ello, Pascual, que vivía en el mismo bloque que Mitxelena, lo conoció también en su parte más familiar y así conocemos que tenía una relación muy buena con sus hijos. También habla de la mujer de Mitxelena, Matilde, quién llevaba a sus hijos a escuchar misa en Euskera, en Salamanca.
Koldo Mitxelena regresó al País Vasco y en 1978 tomó a su cargo la Facultad de Filología de la Universidad del País Vasco. Murió en 1987.