Opinión

Las facultades de Medicina y el sistema sanitario (segunda parte)

La facultad de Medicina de Salamanca. (Archivo)

Después de abordar en la columna anterior los aspectos relativos al número de facultades y estudiantes de medicina es preciso completar el análisis desde la perspectiva de las necesidades del sistema sanitario, y es inevitable hacerlo teniendo en cuenta aquellas otras cuestiones que contaminan el debate público y político al respecto, y dificultan implementar las soluciones necesarias que son, por otra parte, ineludibles.

El sistema sanitario español tiene problemas estructurales que radican principalmente en cuestiones organizativas.  La mayoría de los expertos opinan que no hacen falta más médicos ni más especialistas en la mayoría de las especialidades y coinciden en señalar que existe un déficit de determinados especialistas, fundamentalmente médicos de familia, y especialmente en el medio rural, en «puestos de difícil cobertura».

La solución pasa por una planificación adecuada de la oferta y la demanda en la formación MIR, acorde a las necesidades del país tanto en el número de plazas como en las especialidades ofertadas. Pero esto, que es condición necesaria, no es condición suficiente. Es preciso mejorar las condiciones del ejercicio profesional durante y después del MIR para hacer atractivas todas las plazas. Además de mejorar las condiciones laborales y salariales para todos, en las plazas de difícil cobertura es básico ofrecer incentivos adicionales como oportunidades de desarrollo profesional continuado y facilidades para la conciliación familiar de aquellos médicos que opten por trabajar en áreas rurales. Si no se abordan estas cuestiones continuará la fuga de médicos en busca de mejores condiciones laborales y desde luego no se cubrirán esas plazas que no se ocupan habitualmente.

Adicionalmente, y no es un problema pequeño, para cubrir esas plazas de difícil cobertura es necesario modificar el mapa sanitario, especialmente en la atención primaria, y especialmente en el medio rural, pero ello implica “poner el cascabel al gato”, cascabel que nadie parece estar dispuesto a poner por razones puramente electorales. Es esencial reestructurar la atención primaria para que sea más eficiente y accesible. Esto incluye la modernización de infraestructuras y la implementación de tecnologías de salud digital que permitan un mejor seguimiento y gestión de los pacientes, especialmente en áreas rurales, pero también implica una reestructuración de las zonas básicas de salud.

Centrar el debate en la necesidad de más facultades y más médicos desvía el foco del verdadero problema del sistema sanitario, constituyendo un ejercicio de distracción para no asumir la necesidad de una reforma profunda que enfrente los problemas reales y sus posibles soluciones.

Existen intereses económicos de grupos privados que controlan la formación médica y la asistencia sanitaria cada vez en mayor medida y buscan disponer de médicos “baratos” para su contratación en las aseguradoras sanitarias privadas. Esta actitud mercantilista también es mantenida por las administraciones públicas desde hace tiempo contratando médicos sin especialidad, precarizando el ejercicio profesional y mermando la calidad asistencial, actitud que nos lleva de vuelta al modelo anterior a la creación de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, que se llamó Asistencia Pública Domiciliaria, cubierta por médicos generales sin ninguna especialidad. Yo mismo fui uno de ellos al acabar la carrera antes de hacer la especialidad.

Además de los intereses económicos existen intereses políticos de los partidos responsables de la organización sanitaria, sean estatales, autonómicos o locales que defienden actitudes cantonalistas en busca de beneficios electorales promoviendo la apertura de nuevas facultades en sus territorios y ciudades. Está sucediendo en toda España, de forma muy marcada en Madrid, Andalucía y la Comunidad Valenciana, en Castilla y León también.

Es obvio que se necesita un debate más abierto, en el que cada partido defienda abiertamente sus posiciones sobre la organización del sistema sanitario, incluidas las condiciones del ejercicio profesional, sin enmascarar el problema postulando la creación de nuevas facultades de medicina o pidiendo aumentar el número de plazas MIR de Medicina de Familia cuando este año han quedado en España 246 plazas de esta especialidad sin cubrir. Esta misma semana se ha reunido el Consejo Interterritorial de Salud para valorar un incremento del número de plazas MIR de Medicina de Familia en futuras convocatorias, incremento que solicitan comunidades que no son capaces de cubrir las que convocan ahora.

Es importante que los alumnos recién egresados de las facultades encuentren incentivos para formarse como médicos de familia, pero es mucho más importante que una vez formados las condiciones profesionales del ejercicio posterior les resulten atractivas. Lo primero no sucederá sin lo segundo.

La solución no es abrir nuevas facultades, los expertos lo repiten por activa y por pasiva desde hace mucho tiempo, pero quienes toman decisiones parecen no estar muy dispuestos a modificar sus políticas al respecto puesto que una vez llegados hasta aquí:  Mantenella y no enmendalla que dijo el Conde Lozano.

Es urgente establecer un debate sereno entre todas las partes implicadas, pero no se podrá hacer si se ocultan las verdaderas razones, se introducen maniobras de distracción y sesgos y priman los intereses particulares sobre los generales, que no son otros que disponer de un número suficiente de profesionales bien cualificados, con dedicación profesional exclusiva, arraigo al territorio y suficientemente reconocidos. En el momento actual una gran mayoría de profesionales sanitarios no se siente así sino exactamente lo contrario. Aunque la medicina de familia es una especialidad con un gran componente vocacional, elegida por médicos muy motivados, mientras los médicos de atención primaria se sientan maltratados las nuevas generaciones de médicos que están muy bien cualificados no van a sentirse atraídos por ese tipo de práctica médica.   En conclusión: La solución no es abrir nuevas facultades, sino mejorar las condiciones laborales y organizativas.

Por. Miguel Barruecol, médico y profesor de Medicina

@BarruecoMiguel

2 comentarios en «Las facultades de Medicina y el sistema sanitario (segunda parte)»

  1. No sé si viene también para este tema pero yo siempre me he preguntado cómo es posible darles a estudios a un médico que posiblemente con especialidad y todo cueste entre 250.000 euros o 300.000 euros y cuando termina la carrera puede irse a trabajar donde quiera porque le paga un mejor o porque aquí no hay trabajo o por lo que sea yo creo que si si fuera fuera de España ese dinero que se ha invertido con esa persona dándole los estudios habría que recuperarlo en cinco siete o diez años no solamente con los médicos también con los enfermeros y otras especialidades como arquitectos o muchas carreras más si a ti te han pagado una carrera gratis y en cuanto la terminas te vas a sacar dinero afuera al extranjero no veo yo rentable ese dinero que se ha invertido en esa persona espero que se me en tienda porque no se desarrollar más el tema

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  2. Si mas de un político reflexionara sobre tu artículo otro gallo nos cantaría, pero es pedir que mínimamente entiendan lo que dices y hoy el cociente intelectual de nuestra mediocre clase política no da para comprenderlo.
    Una vez más felicidades Miguel Barrueco

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