Dedicado a Trinidad Sánchez y al grupo. El Legado de las mujeres: @Legadomujeres.
En las culturas matriarcales el mar es una extensión de la mujer por su capacidad para dar vida. Deidades femeninas del agua como Tiamat, la diosa mesopotámica del mar, fueron veneradas por su relación con la fertilidad y la maternidad. El mar es interpretado como un gran útero donde la vida comienza y adonde finalmente regresa: un lugar de origen y retorno. La mujer y el mar comparten una conexión simbólica que va más allá de lo físico, vinculada a aspectos de misterio, fertilidad y transformación.
El mar ha sido una fuente permanente de inspiración para escritoras de todas las épocas y culturas que, en el caso de las poetas, se impregna de una dimensión personal reflejo de su mundo interior, un territorio de dolor, libertad y resistencia, un refugio y un espacio de desafío a las convenciones sociales que las han borrado a lo largo de la historia. Valga esta columna para reivindicar su obra y su nombre.
Rosalía de Castro, precursora tanto de la poesía española como del movimiento feminista, es una de las figuras más destacadas de la poesía gallega del siglo XIX; identifica el mar como signo de la idiosincrasia de Galicia que incluye sentimientos como el misterio, la melancolía y la añoranza tan ligadas al mar. En una gran parte de su obra el mar está presente, aún sin citarlo expresamente, como expresión de la belleza y crueldad de la naturaleza, como una fuerza salvaje que relaciona con la tristeza, el sentimiento de pérdida y la soledad. Para Rosalía el mar embravecido y las olas que rompen en las rocas de la costa también reflejan el dolor de la emigración y el desarraigo que impregnan profundamente la identidad gallega.
Una poeta que conecta profundamente con el mar es Alfonsina Storni, escritora argentina vinculada al modernismo, maestra de profesión, cuya obra está marcada por una constante relación con el agua y los paisajes marinos. Para ella el mar es un símbolo de libertad y un espacio donde confrontar sus miedos y anhelos. En Frente al mar escribe: “Mar, yo soñaba ser como tú eres” y le pide “Oh mar, dame tu cólera tremenda” para compensar su debilidad, “Mírame aquí, pequeña, miserable, / Todo dolor me vence, todo sueño; / Mar, dame, dame el inefable empeño / De tornarme soberbia, inalcanzable”. Su soneto Voy a dormir, escrito cuando planeaba acudir a su última cita con el mar es un soneto sin rimas, donde se refiere al mar como su destino final, un lugar de descanso eterno, el retorno a un estado de paz que contrasta con las aflicciones de la vida en tierra firme. Este poema, escrito a los 46 años, es su despedida de la vida antes de sumergirse para siempre en el mar del Plata. Un final trágico y poético cantado por Mercedes Sosa en su canción Alfonsina y el Mar: “Te vas Alfonsina con tu soledad / por la blanca arena que lame el mar / ¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?”
De manera similar la poeta estadounidense Sylvia Plath simboliza en el mar la inmensidad de los deseos y el peligro de las emociones desbordadas. Plath utiliza imágenes marinas para expresar sus sentimientos de pérdida, de añoranza y de su lucha por encontrarse a sí misma en un mundo que la confunde y abruma. Su poema narrado Tres mujeres la muestra como una poeta feminista y antibelicista. Plath también se suicidó en 1963 a los 36 años. En 1982 fue la primera poeta ganadora de un premio Pulitzer póstumo por su obra Poemas completos.
Carmen Conde, también maestra como Alfonsina Storni, es una escritora considerada como una de las voces más significativas de la generación poética del 27. Fue la primera mujer en formar parte de la RAE. Aunque Conde utiliza en su poesía el mar desde una perspectiva más íntima y personal, para ella es también un símbolo de feminidad y libertad. A través de un lenguaje evocador, el mar es un lugar de sosiego. En su poema Mar de mi niñez, el mar es un refugio, un espacio seguro donde reconecta con su infancia y sus recuerdos más profundos.
Blanca Andreu, poeta contemporánea, se acerca al mar desde una visión más surrealista y lírica. En su obra el mar aparece como un elemento de la imaginación y la memoria, un lugar donde se funden los sueños y la realidad: “Hundiré mis manos aquí, en este mar que no existe”. Andreu utiliza el mar para desafiar las fronteras entre lo consciente y lo inconsciente, creando un espacio poético en el que busca sus deseos más profundos y su relación con el mar: “Como si fueras / el propio olvido / te he visitado / océano / emperador de las aguas / espejo profundo del cielo / y he visto en tus eternas barbas de espuma / cereales azules y flores del silencio”.
El mar está presente en la obra de muchas poetas como un eterno retorno, como un lugar salvaje y seguro al que volver en algún momento. Sara Buho, una poeta gaditana, escribe en Poemas al mar: “Espérame, porque volveré. / Espérame nunca quieto, / siempre salvaje, / siempre en movimiento”, “Tú sólo guarda tu olor, / que yo ya viajo a través. / Tú sólo guarda la voz de tu sonido, / que ya hablaremos. /Tú sólo conserva la sal, / que ya veremos las heridas. / Tú sólo guarda tu arena / porque volveré / y te mostraré mis relojes, / y también que sólo era cuestión de tiempo / que me salvaras / otra vez”.
En La inercia del silencio utiliza un oxímoron para explicar la relación de un mar en movimiento que es a la vez espejo de la calma: “La calma es mirar al mar, y el mar nunca está quieto. Por eso no puedo evitar pensar en nuestro propio océano. Calma no es dejar de sentir, calma es navegar nuestras tormentas con la tranquilidad de quien las entiende. Calma es respetarse y tenerse la paciencia suficiente. Calma es no castigarse por todas las veces que no supimos recoger las velas de nuestro barco a tiempo, no pudiendo evitar que se rompieran. Calma es entender que ir a la deriva también es ir hacia algún lugar».
Amalia Bautista expresa a través del mar sus sentimientos más profundos. El mar, el viento favorable y, a pesar de ello, la sensación de estar anclada a su soledad. En su poema Como las Velas de un Barco recurre al mar como espacio de un viaje inevitable en soledad: “Entra el viento abombando los visillos / como las velas de un barco. Pero el barco / no se mueve, a pesar de que los vientos / parecen favorables. Hace años / que viajo sola a bordo de esta nave”. Aurora Luque autora de Los limones absortos. Poemas mediterráneos, cuya poesía expresa como acuarelas la gama de colores azules del mar Mediterráneo, Julia Uceda, María Victoria Atienza, Concha Méndez, Cristina Peri Rossi, Elvira Sastre, Dulce María Loynaz, Isabel Pérez Montalbán… y tantas otras mujeres poetas que inspira el mar. La lista sería interminable.
El amor y el desamor expresado a través del mar están omnipresentes en la obra de numerosas poetas. En El Mar un poema que pertenece a su libro En las orillas del Sar Rosalía de Castro escribe “En vano el mar fatiga / la playa muda; / en vano a la ribera / su oleaje empuja. / Mudo también el cielo, / la luna muda… / tan sólo yo lamento / desventuras”. Raquel Lanseros en Campos de Plumas: “Me prometes el mar todas las noches”, Carolina Coronado en Yo Tengo mis amores en el mar: “¡Hijo del mar, espíritu querido!, / alto ingenio inmortal de la poesía, / escucha desde el mar este gemido / que mi amoroso corazón te envía: / yo te adoro en el mar, y yo he venido / a escuchar en sus hondas tu armonía/ y en su brisa tu aliento a respirar, porque están mis amores en el mar”.
Gabriela Mistral utiliza también el mar como un símbolo del amor en su poema Mar: «El mar me ha dado su alma / y yo le he dado mi grito». Alejandra Pizarnik también recurre al mar para hablar del amor. En su poema «La última inocencia«, escribe: «El mar en tu boca / sé que existe / se llama tiempo y no está de mi lado»; el mar simboliza la fugacidad del amor que, como las olas, viene y va, es efímero y siempre en movimiento. En su poema El mar me enseña, Gioconda Belli reflexiona sobre la naturaleza cambiante del amor: «El mar me enseña a amar con sus mareas / me enseña a dejarme ir y regresar».
Para finalizar, volver a Alfonsina Storni que en su poema Yo en el fondo del mar compara su anhelo amoroso con un viaje por el océano profundo: «Yo me cierro de amor, / yo me abro de amor» donde el amor es una inmersión, una búsqueda de significado en las profundidades emocionales, una inmersión que la llevo al suicidio cogida de la mano del mar. El mar, principio y final de todo.
Miguel Barrueco, médico y profesor universitario
@BarruecoMiguel
6 comentarios en «Las mujeres y el Mar»
Muchas gracias, Miguel, por visibilizar a las poetas. A ver si columnas y voluntades como está las saca del «fondo del hondón» en el que las sumergieron incluso sus compañeros de generación.
Gracias de corazón
Gracias de corazón
Qué pena que Barrueco-pardo no tenga mar.
Barrueco-Miguel no es pardo, es azul, como el mar.
Siempre es una delicia leer los artículos de Miguel, profundos como ese mar.
Muy buena revisión y acertados comentarios. Gracias. Chema