Juan Manuel de Prada se acercó a la capital charra de la mano del Ateneo de Salamanca para presentar la segunda entrega de Mil ojos esconde la noche. 2º Cárcel de tinieblas. Lo hizo en el Centro Documental de la Memoria Democrática –CDMD-, un lugar muy apropiado, porque el escritor ha pasado muchas horas en los archivos para devolver a la vida a artistas y españoles que vivieron en París durante la II Guerra Mundial y que ‘convivieron’ con el único personaje de ficción al que ha dado vida Juan Manuel de Prada, Navales.
Fue una presentación interesante, divertida, irónica y formativa, entre otros calificativos. Paz Lleras, secretaria del Ateneo de Salamanca, preguntaba y Juan Manuel de Prada iba y venía de los años de la II Guerra Mundial a nuestros días. Lo primero que se aclaró fue que Mil ojos esconde la noche. 1º La ciudad de la luz y Mil ojos esconde la noche. 2º Cárcel de tinieblas son la misma novela divida en dos, porque era tal el volumen de tramas, documentación e historias que la editorial decidió dividirla en dos, porque como aseguró el propio De Prada, en uno sería inmanejable.
Por lo tanto, en uno y otro libro, lo que el lector va a descubrir son las vicisitudes de los artistas españoles exiliados en Francia que al final tienen que colaborar con la Falange para poder sobrevivir. Todos los hechos que ocurrieron en el libro son reales y Fernando Navales es el eje vertebrador de la novela. Es un resentido de todos y hacia todos. “Ha sido un esfuerzo monstruoso. Creo que me merezco como el sucesor del obispo Tostado, que se decía que no le había dado tiempo a leer todo lo que había escrito”, señaló Juan Manuel de Prada e hizo reír al público asistente.
Esta continuación de las aventuras y desventuras de Navales arranca en 1942, cuando a Alemania le empiezan a ir las cosas mal. La vida en París se hace más menosterosa, los franceses pierden las colonias y todavía es peor.
Paz Lleras pregunta a Juan Manuel de Prada si se puede elegir entre ser bueno o malo. No tiene dudas. “La Libertad es uno de los más altos dones que el cielo dio al hombre. El libre albedrío es lo que hace al hombre, hombre, porque decide moralmente hacer lo que hace. Siendo libres podemos decidir en todo momento lo que queremos hacer. Lo tenemos todos los humanos, desde el criminal al santo. Incluso el poseso conserva su libertad. Es un don que el ser humano lo mantiene íntegro. Podemos abandonar el mal cuando queramos”, matiza el escritor.
En esta segunda parte de la novela exhorta a Navales a elegir el bien. Y esto va a estar muy presente a medida que el mal aflora en París de una manera más nítida, porque Navales se hace preguntas.
Navales es un personaje que consigue que todos colaboren con Falange. El libro habla del escultor salmantino Mateo Hernández, al que el personaje de Juan Manuel de Prada reconoce su valía, en cambio de Picasso dice que es un pintamonas. “Tiene su corazón para comparecerse por los artistas. Todo pecador tiene un futuro. No creo en la maldad absoluta. Navales tiene un sentido del humor que lo hace simpática”, defiende de Prada a su protagonista.
Quizá el punto de inflexión de Navales está en el Velódromo de invierno de París, donde se ve que Francia no opuso tanta resistencia a los Nazis como se cree. “Francia era un país antisemita en este momento. Los judíos que ocupan el Velódromo son la consecuencia de una redada que ordena la policía francesa”, explica el escritor.

Entre las personas que captan los gendarmes franceses está la novia del poeta y pintor español Manuel Viola, una judía que se dedicaba a hacer falsificaciones. Es detenida en esta redada y enviada a los campos del este donde muere, eso remueve algo dentro de Navales.
“Los franceses se han torturado mucho por este hecho. Hasta el 41, en Francia no hubo resistencia a los Nazis. Es cuando comienza a haber atentados por parte de unos pocos grupos franceses. Muy minoritario. Es a partir de 1943, cuando la resistencia francesa tiene más contundencia, surge el fenómeno de los guerreros del monte. Luchaban contra franceses colaboracionistas alemanes”, matiza el escritor.
Medios de Comunicación y libertad
Otra de las cuestiones que se tocaron durante la presentación fue la libertad de expresión y los medios de comunicación. Paz Lleras preguntó al escritor si creía que había libertad de prensa o se da mucha alfalfa a los medios.
Juan Manuel de Prada aludió a lo dicho por León XIV, donde el recién estrenado Papa ha exhortado a que la prensa tiene que ser independiente del poder y a que busque la paz. Aludió a la paz desarmada. “Las armas las carga el diablo y hay que darle salida, porque una vez que entras en el negocio de las armas, hay que gastarlas. O las armas las padécenos nosotros o del otro lado del mundo. Se nos vende el belicismo como algo normal y no lo entiendo”, puntualizó.
En este ir y venir del pasado al presente, se habló de la neutralidad de España en las dos guerras mundiales. “Ahora nos metemos en berenjenales que no nos va, ni nos viene. Francia estaba en guerra y no se les ocurrió que iban a invadir España. Hubo mucha Libertad hablando de la I Guerra Mundial, siendo defensor de germanófilo o francófilos. Hoy en día regurgitan alfalfa de lo que le dictan desde instituciones de otras. Es una propaganda Staffel. Percibo que los medios han adoptado un discurso que niega la verdad o parte de ella. Su visión del futuro está obsoleta. Las tiranías serán amables y gustosamente aceptamos toda la alfalfa que nos mandan los medios de comunicación, incluso cuando no nos las creemos”, matiza el escritor.
Puso el ejemplo de las mascarillas cuando ibas solo por un descampado en plena pandemia. “Era ridículo, querían someterse. Tenían anhelo de esclavitud. La gente tiene miedo a no ser aceptado socialmente, a no estar en el rebaño, donde se está calentito”, apunta.
Por último, se habló de la diversión que hubo durante la II Guerra Mundial en Paris, con los teatros llenos. El escritor apuntó que no era un contrasentido, el tirano sabe qué para tiranizar, hay que tener entretenido a los tiranizados.