Opinión

La trastienda | Mañueco y el próximo congreso nacional del PP

Jesús Formigo / ICAL. Procesión del Domingo de Ramos. Asisten, el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco.

No se espera que el congreso nacional del PP a celebrar a primeros de julio clarifique la esquizofrénica relación del partido de Núñez Feijóo con la ultraderecha pura y dura que representa Vox, formación a la que sigue necesitando la derecha no menos pura y dura, por acción u omisión, para desalojar a Pedro Sánchez de La Moncloa. En esto, como en otras muchas cosas, Feijóo refrenda el tópico del gallego que en la escalera no se sabe si sube o si baja, o lo que es lo mismo: ni sí ni no, sino todo lo contrario.

Pero frente a esa ambigüedad calculada está el proverbio que reza que por sus hechos los conoceréis, lo cual despeja cualquier duda (salvo que Abascal, que no lo creo, en un momento dado, se plante y prefiera dejar gobernar a la izquierda antes de que lo haga la “derechita cobarde”). Y el hecho constatado es que el PP nunca le ha hecho ascos al apoyo del PP para gobernar en comunidades autónomas y ayuntamientos.

Hace al caso recordar que no fue el PP sino Vox quien rompió y abandonó los gobiernos autonómicos, alianza que se mantiene tal cual en ayuntamientos, sin ir más lejos, como el de Valladolid. Lo del “cordón sanitario” a la extrema derecha nunca ha sido asumido por el PP, que, antes al contrario, ha tragado con todos sus postulados con tal de aferrarse al poder. El primer ejemplo lo perpetró Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León y el último lo ha protagonizado el incalificable Carlos Mazón en la Comunidad Valenciana. 

En lo que respecta a esta desdichada comunidad autónoma, para lo que servirá este “cónclave” nacional del PP es para calibrar como anda la relación entre el minarete regional del partido y la cúpula radicada en la calle Génova (el proyecto del defenestrado Pablo Casado de mudarse a otra sede no contaminada por la financiación ilegal del PP pasó definitivamente a mejor vida).

Fernández Mañueco ha sacado pecho porque Génova le ha incluido entre los cuatro presidentes autonómicos encargados de redactar la ponencia que en teoría orientará la línea política a seguir por el PP. En realidad, esa inclusión no significa gran cosa, ya que obedece simplemente a que Castilla y León es la primera comunidad en la que, calendario en mano, se celebrarán elecciones autonómicas (a lo mas tardar en la próxima primavera, aunque me reafirmo en mi pronóstico de que se adelantarán a este otoño).

La realidad es que cuando Feijóo llegó a Génova sus recelos hacia Mañueco eran evidentes. Su opinión sobre el presidente de Castilla y León estaba condicionada por su estrecha relación con Juan Vicente Herrera, quien no le había proporcionado las mejores referencias sobre su sucesor (recuérdese que el hoy consejero nato del Consultivo apostó con todas sus fuerzas, que resultaron no ser tantas, por el leonés Antonio Silván para preservar su lamentable legado).

Ello se puso de manifiesto cuando Herrera trató de colocar en la cúpula de Génova a Raúl de la Hoz, al que ya entonces quería darle una patada hacia arriba. Y Feijóo no le compró al “guapo de discoteca” (X Ávila dixit), al que posteriormente Mañueco consiguió colocar como número 14 de la lista del PP al Parlamento Europeo. La que sin embargo se incorporó a esa cúpula fue la leonesa Esther Muñoz, una antigua empleada en la sede de Génova que, aupada por el antiguo secretario nacional de Organización y compadre de Mañueco, el zamorano Fernando Martínez Maillo, saltó a la cancha política como senadora del PP por León.

Muñoz, a la que Mañueco proporcionó salario como asesora en el Colegio de la Asunción y nombró a dedo presidenta provincial del PP leonés, está en alza, al punto de sonar como posible sucesora de Miguel Tellado como portavoz del grupo popular en el Congreso de los Diputados. Méritos, desde luego, ha ido contrayendo Muñoz como azote del gobierno Sánchez, al que ya fustigó durante su etapa de senadora, en la que dejó para la posteridad su execrable desprecio a los cadáveres de los republicanos fusilados y enterrados en las cunetas.

Por el contrario, se rumorea el posible relevo de la abulense Alicia García como portavoz en el Senado, cargo al que no llegó de la mano de Mañueco (siguiendo la consigna de Herrera la exconsejera de Bienestar Social apoyó en aquellas primarias autonómicas a Silván, y además tuvo la torpeza de reconocerlo), sino promocionada por el joven camarada Javier Arenas, quien ha seguido controlando desde la sombra al grupo parlamentario del PP en la Cámara Alta).

Veremos en qué queda la cosa, aunque en ningún caso va a alterar la actual correlación de fuerzas en Castilla y León, que, según los sondeos conocidos, sitúa al PP como fuerza más votada pero lejos aún de la mayoría absoluta en el Parlamento Autonómico.

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